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viernes, 5 de junio de 2015

La Historia del burro Clavero

la historia del burro Clavero


Erase una vez un burrito muy chiquitín revoltoso y un poco peludo  que solía  estar por  el pueblo de Burrolandia.
Su amo el tío Francisco lo llamaba y el no obedecía porque no quería que lo encerrase en la cuadra. Prefería pasar hambre  a estar encerrado.
Con una buena dosis de paciencia el tío Francisco y su esposa María lograban convencerlo para que volviese a las cuadras.
El Burrito que se llamaba Clavero le gustaba pasear  sobre su lomo a los niños del pueblo.
A veces se montaban hasta cuatro niños a la vez y el daba largos paseos por sus calles empedradas y un tanto empinadas.
El pueblo se llamaba así porque habian muchos burritos que ayudaban a sus amos  en las faenas del campo ya que  era sobre todo agrícola. Los campesinos cultivan de todo tipo de hortalizas y verduras: Tomates, pimientos ,berenjenas coliflores, rábanos etc. También tenían  árboles frutales; naranjos perales ciruelos, melocotoneros  etc y la vida en el pueblo era muy tranquila.
 
Hortalizas de la aldea de Burrolandia
Francisco y María tenían dos hijos  de corta edad  Álvaro Y Nerea.
Nerea levantaba todas las mañanas a su hermano para ir a la escuela ya que sus padres desde muy temprano estaban faenando en el campo. Nerea con solo siete años, se ocupaba de su pequeño hermano que tenía dos años menos que ella.
Tomaban el desayuno que su madre les había preparado: un vaso de leche, una hogaza de pan y un poco de mantequilla.
Nerea tenía pasión por su hermano, lo levantaba, le vestía y  ambos desayunaban juntos en el comedor de la casa junto al fuego de la chimenea que previamente su padre había dejado encendido para que sus hijos no pasaran frío.
Álvaro le gustaba mucho las galletas de chocolate. Era muy goloso .Su madre les daba a sus hijos los domingos algunas procurando que le durasen mucho, pues apenas podía adquirirlas.

El desayuno de Nerea y Álvaro.

La entrega de diplomas al final del curso. Por eso Doña Teresa se ha puesto sus mejores galas.
 
Doña Teresa, maestra de Burrolandia

La maestra que no cumplía los cincuenta y enseñaba a sus alumnos las letras, algo de geografía y normas de urbanidad. También les enseñaba los números, a sumar y restar  a los más pequeños y a multiplicar y dividir al resto.  Los niños la querían mucho pues era amable y cariñosa y sabía cómo tratarlos.
Doña Teresa sentía un cariño especial por el pequeño Álvaro que era uno de  los alumnos más pequeños de los trece que asistían regularmente a la escuela. Álvaro también quería mucho a Doña Teresa al igual que su hermana y el resto de los compañeros. Era invierno en Burrolandia y aquel día nevaba tanto que la escuela permaneció cerrada. Los niños celebraron mucho la nevada jugando en las calles y haciendo monigotes de nieve. Álvaro cogió un resfriado tremendo y por la noche tenía mucha fiebre. Cuando vinieron sus padres, el niño estaba acostado.

Álvaro acostado con fiebre en su cama.

Su hermana lo metió en la cama y lo arropó muy bien mientras le ponía paños de agua fría, pues ella lo había visto hacer a su madre un día que su padre también tuvo mucha fiebre tras un intenso día de trabajo mientras nevaba y Francisco cortaba troncos  para la chimenea.
Llamaron al médico D. Nicolás que visitó al pequeño Álvaro y tras reconocerlo, tranquilizó a la familia .Le mandó un jarabe y dijo que permaneciese en cama durante dos o tres días hasta que le bajase la fiebre. Se trataba de un catarro sin importancia.

D. Nicolás roconociendo a Älvaro
 
 A los tres días Álvaro se restableció y pudo volver a la escuela. Doña Teresa y sus compañeros se alegraron mucho y le hicieron una pequeña fiesta. El niño  volvió ese día a la escuela montado en Clavero junto con su hermana. Los compañeros de colegio disfrutaron de lo lindo con el pequeño burro que aguantaba todas las bromas que los niños le hacían: le tiraban del rabo, se subían sobre su lomo, le hacían trotar y el rebuznaba de placer. La maestra Doña Teresa no tuvo más remedio que permitir que la vuelta de Álvaro al Colegio sano, fuese una fiesta y les consistió todas las diabluras que quisieron hacer.  Los niños mayores se empeñaron en que su maestra se subiese en el lomo de Clavero. Doña Teresa se negó rotundamente, pero ante la gran insistencia, aceptó. Clavero la paseó durante un rato, pero hizo una cabriola y Doña Teresa cayó rodando por el suelo. Menos mal que no se hizo nada. Los niños reían y reían sin parar
Un día Clavero amaneció enfermo en las cuadras de Francisco, no podía levantarse y estaba débil. Los niños acudieron a verle  y lloraban mientras trataban de acariciarlo. De repente Clavero se sintió mejor y como si hubiese pasado un milagro empezó a rebuznar y  a hacer cabriolas y mover el rabo.


Poco a poco recobró todas sus fuerzas y los niños se sintieron muy dichosos, pues temían que Clavero, su mejor amigo les hubiese dejado para siempre.
Burrolandia siguió siendo una aldea alegre y los niños estaban encantados de vivir en ella, sin contaminación, ni fábricas, sino en un ambiente sano donde podían respirar aire puro.
Este cuento se lo dedico a todos los niños de corta edad y en especial a mi primer nieto Álvaro, que espero que cuando sea más mayor y pueda leerlo le guste.
Su abuelo Antonio.
4 de Diciembre de 2014

Es el primero de una serie que pienso escribirle Dios mediante.


lunes, 1 de junio de 2015

EL PATITO TRAVIESO

Erase una vez un patito muy travieso que no hacía caso a su mamá.
Todos los días se salía del estanque y se iba a buscar a Marcela, una patita que había conocido en otro estanque cercano.
Pepito, que así se llamaba nuestro pato, le gustaba pasar horas y horas charlando con Marcela.
Cuando volvía con su mamá al estanque, sus padres le regañaban.
A Marcela no le gustaba Pepito, pero después le fue tomándole cariño y se hicieron grandes amigos.
Un día estaban bañándose en el río Segura, cuando de pronto Marcela, quiso llamar la atención de Pepito y salió del agua presumiendo de su hermoso plumaje y andando muy garbosa, contorneándose ante la presencia del grupo de patos llamando la atención, para que se fijaran en ella y dar celos a Pepito ,el cual empezaba a gustarle mucho.
Siguió caminando bajo la sombra de los árboles, junto al río.
Un hombre malo que pasaba por allí al verla pensó en el buen cocido que haría con ella, pues estaba varios días sin comer.
Sin pensarlo dos veces corrió tras Marcela y cuando logró alcanzarla, ella comenzó a pedir socorro.
--¡Socorro, auxilio, por favor ayudadme!

Los patos echaron todos a correr tras el hombre que llevaba raptada a Marcela, pero eran conscientes que ellos solos,  nada podían hacer por liberarla.
Ellos eran unos simples patos.
Cuando todos habían perdido las esperanzas apareció un perro, pequeño pero muy valiente, “Nano”, que era amigo de Marcela, de Pepito y del resto de sus amigos, los otros patos.
“Nano” al ver al hombre que se llevaba a Marcela, él y sus amigos los patos salieron corriendo tras él, desesperados.
Echaron una gran carrera alcanzando al hombre  y Nano le mordió en un pie, mientras el resto de los patos lo sujetaban para que no escapase, y le hicieron caer al suelo y soltar a Marcela.
El hombre fue capturado horas más tarde  por el guarda del lugar  al enterarse de lo ocurrido por nuestros amigos los patos .El hombre malo fue  encerrado en prisión por una larga temporada.
Nuestros amigos dieron una gran fiesta celebrando la liberación de Marcela.
Pepito le hizo prometer a Marcela que nunca se separara del grupo. Marcela reconoció que había sido un poco imprudente y prometió no hacerlo nunca más.
Pero Ante el asombro de todos y antes de acabar la fiesta, Pepito hizo parar la música  del baile y dijo que tenía que pronunciar ante todos unas palabras…
En realidad, las palabras iban dirigidas a la hermosa Marcela.
Dirigiéndose a ella y con un anillo de oro y piedras preciosas se arrodillo ante ella y le pidió si quería ser su esposa.
Marcela con lágrimas en los ojos y ante la emoción contenida de todos sus amigos, los patos le dijo que había estado esperando ese momento, con esperanza y con una gran ilusión.
“Nano” observaba la escena camuflado entre unos matorrales cercanos moviéndola la cola de alegría.
Un veinte de Enero, se celebró una gran boda por todo lo alto. Asistieron no solo los patos del rio Segura y toda la fauna acuática del mismo.
El sol fue radiante aquel hermoso día veintinueve de Septiembre en el que nació Álvaro , nombre que le dieron a su primer patito, los árboles prestaron su sombra, las palmeras enfermas del picudo, se regeneraron para saludar al cortejo, las flores aparecieron junto al camino y el Consistorio de Murcia  restableció el alumbrado público, ante una petición, del grupo de patos que se constituyó ante tal objetivo, al Sr Cámara, alcalde de la ciudad que vio justa y razonable su petición ya que con el restablecimiento del alumbrado, también se beneficiarían otras muchas personas.
El caudal del río aumentó por las intensas lluvias del invierno y Marcela y Pepito fueron muy dichosos y tuvieron una prole numerosa. Concretamente diez patitos cuatro varones y seis hembras, tras el nacimiento de Álvaro su  primogénito .Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Alcantarilla 26 de Enero de 2015


4º Cuento de su abuelo Antonio.