27 Nostalgia
Ramón estaba separado
de su mujer, Elvira, y sus pensamientos
respecto
a Sara no eran menos intensos. La evocaba en
sueños todas las noches .
La deseaba
ardientemente, a aquella mujer misteriosa que se cruzó
en su camino durante la
manifestación en París. Todos los días
miraba el número de
teléfono que había memorizado y el que
guardaba, además de en
su mente en una pequeña cajita de
ébano,
en su dormitorio. A
Ramón le sucedía lo mismo que a Sara.
Entonces ¿porqué no
daba el paso definitivo y la llamaba, llamaba
a esa mujer maravillosa que esperaba saber
noticias suyas a cada minuto,
a cada instante de su
vida? Ramón le detenía que tenía
una familia desestructurada, no solo porque
estaba separado de su
mujer, Elvira, sino porque el matrimonio había
tenido dos hijos :
Antonio y Fernando.
Fernando estaba enfermo y necesitaba del cariño
de sus padres, pues
apenas contaba trece años de edad, era dos años
menor que su hermano
Antonio. Dependía mucho de su padre.
Asistía al colegio en
una silla de ruedas. Ramón lo llevaba todas
las mañanas en su coche
antes de ir al trabajo.
Su actividad se
desarrollaba en el campo y durante la faena su
pensamiento se repartía entre sus hijos y
Sara. Estas circunstancias
le impedían a Ramón telefonearla, porque veía
que serviría para
albergar vanas
esperanzas a una mujer que no se merecía
engaño
alguno, promesas
inalcanzables. Habían transcurrido casi dos años
desde aquel encuentro y
permanecía vivo tanto en Sara como en Ramón.
A veces pensaba dejar a
sus hijos al cuidado de Elvira, renunciar a ellos
y emprender una nueva vida con la mujer que
amaba, que creía que
amaba porque tampoco se
conocían. Solo una jornada intensa
en Paris durante la
manifestación había podido servir para unir el
destino de dos personas
pertenecientes a mundos diferentes, a clases
sociales distintas, a
países de costumbres nada comunes.
Pero cuando Ramón
entraba al dormitorio de sus hijos para arroparlos,
pues ya se habían caído
rendidos por el sueño, pensaba, que escapar
no podía, no debía. Por otra parte cavilaba
una y mil historias sobre
aquella hermosa mujer,¿
qué habría sido de ella durante esos
dos años .!Quizá lo
hubiese olvidado o tal vez no!
Es posible que le
pasara como a él que estuviese aún esperando su
llamada, como única esperanza para encontrarse
de nuevo que
estuviese pensando en
él día y noche como le sucedía a él que
el dolor
y el sufrimiento ante
la impotencia de un nuevo encuentro la
estuviese haciendo una mujer desgraciada por culpa
de él, de su
indecisión, de su
cobardía, de sus circunstancias
familiares.
Absorto en sus
pensamientos y ante el deseo ardiente de volver a ver
a esa mujer se dirigió
a su dormitorio, sacó del cajón de la
cómoda
su cajita de ébano y el pequeño papel de la
agenda rota de Sara.
Quería tener el número
delante para asegurarse de que no se equivocaría
al marcar, a pesar de
tenerlo memorizado. Ramón se dirige al salón
y sin titubear, coge el
auricular, tras haber marcado el número de Sara.
Hello:
¿Es el domicilio de
Sara?-Ramón
Llamo desde España. Soy
un amigo de Sara que tuve ocasión de conocerla
en París ¿Con quién hablo por favor?
Con su hijo Joe.: Mi madre está ausente, no se
encuentra en Kírkenes
estos días. Y tal vez
se prolongue su ausencia algún tiempo, debido
a su estado de salud”.
Me llamo Ramón. Tenía mucho interés en
hablar
con ella. Sé que he dejado pasar mucho tiempo,
desde aquel encuentro
que tuvimos
en Les Champs-Elysées durante una manifestación.
Sin embargo le puedo
asegurar que no he dejado de recordarla ni un solo
día, ni un solo instante durante estos dos
largos e interminables años.
Quizá mi silencio, le
haya hecho daño. No lo sé Por eso necesitaba
hablar con ella, oír de nuevo su voz, pero veo
que no es posible.
Pero Sara ¿
Es grave lo que tiene?
Joe,-Su enfermedad es
de tipo neurológico. Se encuentra en un
centro psiquiátrico a
ciento cuarenta kilómetros de Kírkenes.
La visitamos
todos los fines de semana. Está muy bien atendida.
Los médicos albergan
esperanzas en cuanto a su mejoría.
.Le diagnosticaron
alzheimer y aunque no está en estado
avanzado sus neuronas
han sufrido mucho. Tiene pequeñas
lesiones y pérdida de
memoria. Unas semanas regresamos a Kírkenes
tan contentos porque se comporta como si se
estuviese recuperando
y otras veces volvemos desolados. Los médicos
dicen que parece
que ha sufrido mucho en los dos últimos años:
ansiedad,
depresión. Inseguridad
etc y este sufrimiento le ha hecho
avanzar la enfermedad a
un ritmo mayor.”
Ramón ¿”Y si le escribo
una carta?” “¿Tú crees Joe, que se
acordaría
de mi y le agradaría o por el contrario sería
contraproducente?”
Pienso que le agradaría
mucho, porque sabemos positivamente
que esperaba noticias
tuyas con ansiedad. ¿Me podéis facilitar
los datos del centro
donde está hospitalizada?¿Y el teléfono,
lo atiende con normalidad? A veces sí y otras no tanto.
Todo depende de cómo se
encuentre en ese momento.
Por las mañanas suele estar más coherente.
Ramón.-Por favor si
eres tan amable facilítame todos los datos
que pueda comunicarme
con ella, bien la dirección de la residencia
incluso, si eres tan amable el número de
teléfono. Joe tras darle
el nº de teléfono, va a
buscar los datos de la dirección del
hospital.“Un momento,
no se retire que enseguida se los proporciono”.
-Joe. A los dos minutos
regresa Joe: Sigues ahí Ramón.
-Ramón: Si Joe,¿ los
tienes ya?.
-Joe: Si, Tome nota:
Ministerio de Salud y Asuntos Sociales
Helsinki. Finlandia.
Instituto para la investigación psiquiatríca
Nathan Skarline. A la atención de Sara Toivonen.
Muchas gracias Joe,le
respondió a Joe , con voz entrecortada .
Ramón colgó el teléfono
muy desolado. La mujer que quería, estaba
con una incipiente,
pero terrible enfermedad irreversible y
él
nada podía hacer por
evitarlo. Su padre también murió de
alzheimer y sufrieron mucho ver como cada día
era un ser distinto.
Tenía que hacer algo,
algo aunque no sirviese de nada, pero
tenía que intentarlo.
Tantos proyectos como había planeado con
esa mujer en un futuro
de pronto, se habían desvanecido.
Lo único que se le
ocurrió fue escribirle una carta, una carta que
sirviera a Sara en esos momentos tan críticos por los que
estaba atravesando, le
pudiesen servir de algo, de un
poco de esperanza, Ramón pretendía sobre todo
inculcarle que
no la había olvidado en ningún momento y si no
la había llamado
en esos dos largos años era por su crítica
situación familiar,
por la enfermedad de su
pequeño Fernando, quería explicarle
a esa mujer valiente,
que no arrojase la toalla aún. Que aún había
tiempo de retornar al pasado y revivir una y
mil veces aquella jornada inolvidable en París.
¡Querida Sara! Córdoba,
10-Agosto- 1977
¡Cuánto tiempo
ha pasado desde aquella manifestación!
¡Qué bien lo pasamos
juntos, con tan solo ir juntos, de la mano,
pero con el
corazón latiendo al unísono, nuestras miradas,
nuestras
sonrisas, nuestros gestos!
Creo que hubo
eso que dicen ahora “Feeling” .
Sara he dudado
mucho en dar este paso, para evitar hacerte
daño y que
albergases esperanzas vanas. Además tengo
también
quiero hacerte saber que tengo dos hijos: Antonio y Fernando
de quince y
trece años respectivamente.
Aquel tumultuoso
día no hablamos de nosotros, ni siquiera
de nuestras
familias. Dedicamos el día, la jornada entera a
nosotros mismos, como si el destino nos
vaticinara que no
nos íbamos a
volver a ver.
Fernando es el menor de mis hijos y tiene una tetraplejia
como
consecuencia de una caída caballo. Va en silla de ruedas
y su movilidad es
muy escasa. Su madre, mi ex posa, no pudo,
o no supo asumirlo y mi matrimonio se fue al
traste.
Discutíamos
constantemente, nos culpábamos mutuamente
y nos separamos., aunque no hemos perdido nunca el contacto
por el bien de nuestros hijos, sobre todo del, que
más nos necesita
uestro pequeño
Fernando.“Había barajado la posibilidad de dejar a
mis hijos con su madre y renunciar a su tutela
en favor de ella,
con tal de venir a buscarte, porque te amo,
porque quiero pasar
el resto de mi
vida junto a ti, porque no concibo estar lejos de ti
ni un día más.
Quiero hacerte
enormemente dichosa, que emprendamos una vida
juntos y
olvidemos nuestro pasado He pensado también en la posibilidad
de que Fernando viviese con nosotros, sé que
a ti no
te importaría.
Contéstame Sara lo antes posible. Espero con impaciencia
tus palabras, quiero saber si aún sigues
queriéndome, necesito saberlo.
Yo contribuiré a que tu curación sea rápida, porque te daré todo el
amor
y el cariño que pueda emanar de mis entrañas,
de mi corazón.
Sé que es una
locura que creas en mí, cuando en realidad estuvimos
juntos unas solas horas, pero solo te
manifiesto lo que siento,
lo que me
dictan mis impulsos.
Tu querido
Ramón.
La carta tardo
varios días en llegar a la Residencia.
Sara se
encontraba en el jardín del hospital, junto a otros enfermos, era
media mañana y
una enfermera auxiliar llegó a donde se
encontraban
los enfermos con
la intención de repartirles
la correspondencia
“Sara tienes una
carta de España, de Córdoba exactamente”
Sara al oír
estas palabras enmudeció, sin apenas poder reaccionar y
con una mano
temblorosa cogió la carta, la anhelada carta
que estaba
esperando casi dos largos
años. ¿Por qué
ahora? Se preguntó. La auxiliar se quedó observando
a Sara, su
reacción tan extraña y se marchó sin decir nada.
Sara cuando
estuvo un poco más serena comenzó a abrir
la carta muy
lentamente, mientras el corazón le latía cada vez
con más fuerza hasta que comenzó a leerla.
¡Querida
Sara!……….
¡Cuánto tiempo
ha pasado desde aquella manifestación!......
Cuando Sara
terminó de leerla unas lágrimas recorrieron sus mejillas.
Apretó las hojas contra su pecho y fue
evocando los momentos
vividos en Paris
junto a Ramón. La releyó varias veces más, no se
cansaba de
hacerlo, sin embargo consideraba que era demasiado
tarde para
volver al pasado. Sara regresó enseguida
a su habitación,
era más temprano de lo habitual, quería leerla
una y otra vez,
al tiempo que su emoción iba en aumento. Aún
no daba crédito
del
“milagro” que tanto había esperado, al tiempo que pensaba
que era demasiado tarde.
Ella no le había sido fiel, no se había
comportado como
una mujer
enamorada que espera eternamente al hombre que ama,
no había tenido
suficiente fe, quizá porque había transcurrido
demasiado
tiempo, pero aún así se culpaba de no haber sabido esperarlo.
Estaba muy
confusa, en principio pensó no contestarle, esa fue
su primera
reacción, y no por despecho, sino porque no
sabría que
responderle.
Tendría que ser
honesta con él, contarle toda la verdad, tendría que
decirle que no supo esperar, que lo traicionó
con otros hombres.
A estas alturas no podría engañarle, su
conciencia no se lo permitiría.
Pasaron varios
días y Sara releía la carta de Ramón, que custodiaba
como un tesoro,
pero iba dejando pasar el tiempo y no veía
el momento de
responderle, de darle una explicación, de manifestarle
sus sentimientos. Pasaron varias semanas y
Sara aunque no olvidaba
su horrible silencio, el no haber dado una
respuesta al hombre
que estaba dispuesto a dejarlo todo por ella.
Por fin recapacitó y
se propuso
enviarle una respuesta y decirle toda la verdad sobre
esos dos largos e insufribles largos años de
espera, pero no pudo,
porque empeoró
notablemente. Apenas tenía fuerzas para sostenerse,
había perdido el
apetito y sus fuerzas flaqueaban por momentos.
La dirección de
la residencia se puso en contacto con
sus hijos
en Kírkenes y les comunicó sobre el empeoramiento de su
madre.
Joe acompañado
de de su esposa Marja, de Nerka y de Violka
,
su amiga , viajaron al hospital donde Sara
estaba muy enferma.
Sara al verles entrar esbozó una sonrisa, y
unas lágrimas
se deslizaron en
sus pálidas mejillas al ver a la gente que quería.
Sara presentía
que era su final, pero quiso convencerles de
que
pronto se restablecería, sobre todo, a su hijo
Joe.
La habitación
era adecuada, de paredes blancas con una gran ventana
que daba al
jardín. Encima de la cama había un Cristo Crucificado
al que Sara se había encomendado y había
pedido perdón por sus
faltas y le
rogaba a diario que la acogiera en su seno. También
le rogaba todos
los días por su familia y por Ramón.
Quiso
comportarse como si no estuviese grave y dijo que las fiebres
eran pasajeras,
que así se lo había asegurado el doctor y que en pocos
días se iría
restableciendo. Trataba de darles ánimos no solo a Joe,
sino a sus
nueras que estaban consternadas y conversó con
Violka recordándole lo bien que lo pasaron en
España.
Les pidió a su
hijo y a sus nueras que le dejaran unos instantes a solas
con su amiga Violka y así lo hicieron. Violka
se acerca al lecho de Sara
y le dice: ¿Qué necesitas de mí Sara?
Quiero que me
hagas un favor, necesito que me escribas una carta,
para Ramón, pues
hace varias semanas tuve noticias suyas, y he
decidido contestarle .Y diciendo esto, saca la
a carta de debajo
de la almohada y
se la da a Violka. Por favor Léela-le replica Sara
con voz
entrecortada.
Violka muy
emocionada lee atentamente la carta de Ramón, y le dice
a Sara:
¡Es una noticia fantástica!
Sara le
contesta: Quiero que le escribas lo que yo te diga, por favor,
¿Me harás ese
favor Violka?
Sara, tú sabes
que no es un favor, será un placer
-Sara- Va a ser
breve
Querido Ramón:
¡Qué emoción me
ha producido el recibir tu carta, esa carta que
he esperado
ansiosamente durante casi dos largos años, día tras día
semana, tras semana, ¡Pero creo que tardaste
demasiado.
Mis ilusiones, anhelos, y proyectos de futuro
en torno a ti
se han
desvanecido, se han evaporado. No te culpo de nada.
Tuviste tus
razones fuertes para no contestar de
inmediato, pero yo
no quise esperar
o quizás no supe, te deseaba tanto que la espera
era insoportable , me afectaba como una
tortura desmesurada
¿ Y sabes por
qué?!, porque te quería , te deseaba , te amaba por
encima de todo.!
Ahora estoy
enferma y creo que bastante grave, hospitalizada
en una
residencia a varios kilómetros de Kírkenes.
No quiero hablarte
de mi
enfermedad, no pretendo atormentarte. Prefiero hablarte de amor.
Solo quiero que sepas que la imaginación el deseo y la
as que he soñado
contigo miles de veces y te he amado sin límites
como jamás amé a ningún ser humano, en la
distancia, pero el tiempo
de espera fue demasiado largo y no respeté tu
ausencia. Por eso te pido
que me perdones.
A veces me
pregunto ¿Cómo se puede amar a una persona sin conocerla,
sin convivir con
ella y a miles de kilómetros?
Quiero
confesarte que estuve con otros hombres, pero sin amor.
Tal vez por despecho, o tal vez por
rebeldía. El destino nos jugó una
mala pasada a ambos .Cuando recibas esta
carta quizás ya no esté en
este mundo, pero donde quiera que vaya
te llevaré conmigo, en mi pensamiento y en mi corazón, porque has sido el único
hombre que
de verdad he amado aún no habiendo
convivido contigo ni un solo día.
Espero que perdones el no haberte sabido esperar, el perder la fe en
volvernos a ver y sobre todo mis infidelidades.
Hasta
siempre Ramón. Un beso.
Ramón recibió la carta dos semanas más
tarde.
En cuanto le fue posible lo dispuso todo
y voló hasta Kírkenes.
Se presentó en el domicilio de la familia de
Sara. Sara hacía solo dos
días que había acontecido su funeral,
así se lo comunicó su hijo Joe.
Joe acompañó a Ramón al cementerio donde
estaban los restos de su
madre.
Era una lápida gris, sencilla, sin
adornos con la inscripción de la
fecha del fallecimiento ubicada al pie
de un gran sauce.
Sara Toivonen
12-10-1977
Ramón cayó derrotado sobre la tumba de
la mujer que había soñado a la
que el destino le fue cruel, y adverso
y depositando un ramo de flores, pensaba lo felices que podían haber sido,
emprendiendo una vida juntos como ambos
deseaban .Aquel día se produjo el encuentro de dos personas que se amaron en la
distancia, pero las adversidades no hicieron posible que sus vidas se unieran.
También fue el día del desencuentro, ya
que Ramón no logró volver a ver viva a
Sara y expresarle sus sentimientos personalmente, aunque le quedaba el consuelo
de que se los había podido referir por la carta que le envió. El corazón de
Ramón quedó roto.
Regresó a España y trató de rehacer su vida,
pero el recuerdo de Sara se lo impidió. Se dedicó en cuerpo y alma a sus hijos,
a su educación y sobre todo al cuidado de su pequeño Fernando, en complicidad
con Elvira a la que trató con respeto, por ser la madre de sus hijos, pero su
reconciliación no fue posible, a pesar de que Elvira, lo intentó, ella, quiso recuperar a su marido, que seguía
amándolo, pero el recuerdo de Sara y los malos momentos
vividos entre ambos, nunca volvieron
permitir unir a ese matrimonio.
Vivieron momentos, buenos, en apariencia, pero
ficticios en la realidad
por sus hijos,
para hacerles el menor daño posible.
Ramón tomaba un
vuelo hacia Kírkenes cada año en el
aniversario
de su fallecimiento para visitar la tumba de
Sara, y depositar
rosas blancas
las preferidas de Sara, hasta el final de sus días.
Los hijos de Ramón y Elvira se hicieron hombres.
Pasaron los años
Antonio estudió Medicina.
Se convirtió en
un eminente cirujano y trató,
por todos los medios de investigar sobre las
tetraplejias, los estudios
últimos, sus
avances, con el propósito de ayudar a su hermano Fernando,
así como al resto de los pacientes que sufrían
la misma enfermedad.
Trabajó para
varias universidades norteamericanas y
alcanzó
un enorme prestigio,
prestigio que no pudo ver su padre
ya que falleció de forma repentina mientras
faenaba en el campo,
antes de que su hijo alcanzase la fama.
Solo Elvira, su
madre, pudo ver y gozar de la gloria que
alcanzó
su hijo,
convertido en el eminente Dr. Antonio Pedralbes.
Fernando, su
hermano, su tetraplejia no le impidió llegar a ser
un célebre escritor.
Publicó varias
novelas, algunas de gran relevancia.
Murió a la edad
de sesenta años dejando constancia,
de su buen quehacer literario.
La familia de
Sara continuó en su trabajo.
Los hijos de Joe
siguieron los pasos de su padre.
Los hijos de
Nerka se desvincularon del negocio de las fruterías y
se hicieron grandes exportadores de pescado.
Violka fue felíz
en su matrimonio y los niños en Kírkenes cuando
venía el
invierno y caía la nieve hacían grandes muñecos
y bolas
con las que
iniciaban sus divertidas guerras divirtiéndose de lo lindo.