5 Manifestación antifranquista
Sara descorrió las cortinas de sui habitación y se
asomó por la ventana. Un tropel de gente iba y venía, la calle estaba tomada
por gran cantidad de manifestantes que portaban pancartas y agitaban banderas
gritando y hablando por numerosos altavoces que producían un ruido ensordecedor,
casi infernal. Conectó el televisor y efectivamente la gente iba agrupándose al
principio de los Campos Elíseos para dirigirse hacia el Arco del Triunfo.
Después de unos minutos observó que algunas
pancartas hacían alusión al Jefe del Estado español, el General Franco. Antes
de salir del hotel le informó el director del hotel que los españoles
disidentes del régimen de Franco y residentes en París se manifestaban en masa.
También los sindicatos y otras fuerzas políticas de izquierdas fletaron
autobuses desde España para acudir a la manifestación. Era un momento crucial,
que había que aprovechar para derrocar el régimen dictatorial que durante casi
cuarenta años había estado gobernando en España. Los manifestantes
durante la manifestación gritaban: Franco
Assassin, y Giscart complice”, otras se podían oír gritos de “Carrero Carrero” y
al tiempo que pronunciaban el nombre, alzaban la pancarta que portaban por los
aires. Naturalmente estaban parodiando el atentado del almirante, aludiendo al
coche volando por las alturas, tras el artefacto explosivo que estalló al pasar
el coche oficial, que regresaba de oír
misa. Había que aprovechar el momento en que Franco estaba agonizando. Sara, sin
pensárselo dos veces, se infundió en una
indumentaria sport: unos vaqueros un jersey rojo de cuello cisne y un anorak y salió
al encuentro de los manifestantes.
Quería participar
de aquella movida a pesar de que no fuese con ella .Se unió a la manifestación
y pudo comprobar que España tenía en su actual régimen, a muchos españoles en contra y
París era el lugar idóneo para decirlo al resto del mundo. Eran miles de españoles en el exilio que pedían la
libertad”
Simpatizó con uno de los manifestantes, sin
apenas hablar con él, ya que el griterío de la gente se lo impedía. Fue algo inesperado, fueron gestos, miradas
sonrisas y un fuerte apretón de manos al despedirse cuando estaba a punto de
acabar la manifestación. Anduvieron durante tres largas horas desfilando juntos
entre miradas y sonrisas por parte de ambos. Creo que entre ambos hubo feeling.
Sara-“Me
dijo que su nombre era Ramón y que era
cordobés. Le escribí mi teléfono a petición suya en una hoja que arranqué de mi pequeña agenda
que llevaba en el bolso y desaparecí. El número de teléfono era el único nexo que me unía a ese enigmático huelguista.”
Anduve durante largo rato pensando en ese
encuentro casual que me hizo
reflexionar, ya que no era mi intención de establecer ninguna relación, ni se
me había pasado por la mente, pues me encontraba bien sola , o eso creía yo,
eso me lo repetía a mí misma:
Sara.-“Estoy bien como estoy, soy una mujer
independiente, no tengo que dar explicaciones a nadie de mis actos y
económicamente mi vida estaba resuelta gracias a los años de trabajo y
sacrificio que mi marido y yo pasamos .Hacía estas reflexiones para auto convencerse
que si Ramón la llamaba no contestaría o
quizás le pondría una excusa aunque reconocía que era un hombre muy atractivo,
de mediana estatura, muy moreno, de cabello rizado, con los ojos verdes y extremadamente agradable.”
¡Tal vez no se produciría esa llamada y si es así
porque tengo que seguir pensando en algo que probablemente no sucedería!
Dialogando
consigo misma, pensando en las múltiples cosas que podían ocurrir no seme dio cuenta que otra vez la lluvia tenue, pero
pertinaz, tan frecuente en Paris, había sido la causante de volver a mojarse ya
que en esta ocasión no llevaba tampoco el paraguas.
El pavimento se tornó resbaladizo y una brisa
suave acariciaba su rostro lo cual le producía un gran placer, se sentía una
mujer libre, no comprometida con la causa española, pero si, solidaria, a ella
tampoco le gustaban los dictadores, aunque no fuesen de su país. Las calles se
llenaban de grupos de manifestantes y se dispersaban por las mismas produciendo
grandes alborotos a consecuencia de sus gritos, de su euforia, en definitiva
del clima de protesta al que habían asistido
y al que habían contribuido. Irrumpían en bares y cafés al tiempo que
demandaban brindar por la causa, por su causa, por el fin del franquismo, y por
la libertad. Querían brindar por la esperanza de volver a España, sin dictador,
querían volver, lo añoraban, era una necesidad después de tantos años en un
país que no era el suyo, con costumbres diferentes, con idioma diferente, lejos
de la familia, de los amigos y lejos de la ciudad que los vio nacer. Tenía una
sensación extraña que cada vez era más intensa, pensaba que aquella movida no
iba con ella y sin embargo se sentía
identificada con aquellos españoles con los que convivió durante unas
horas en su manifestación. Cientos de franceses se unieron a la manifestación
en solidaridad con los españoles exiliados.
Llegó al hotel. Cuando se dirigía hacia el ascensor, el recepcionista la llamó--Madame, S`il vous plaît,”-! Un télègrame
est arrive pour vous”!Sara cogió el telegrama, pero no lo abrió hasta entrar en el ascensor. Estaba nerviosa
pero le tranquilizó al comprobar, leyéndolo, que nada
grave ocurría a sus hijos
.-Joe-Mamá, esta noche pasada ha habido un
incendio en la parte posterior del almacén. Ha sido muy aparatoso pero los
daños no son importantes, unas cuantos palés de cajas de fruta y poco más. Servark ha llamado
al seguro y se harán cargo de los daños causados. Desconocemos las causas,
recuerda que la instalación era ya vieja y habíamos hablado de cambiarla, pero
lo fuimos dejando y al final ha pasado
lo que tenía que pasar. No pensábamos decirte nada por no preocuparte pero hemos preferido que estuvieses informada. ¡Te
quiero mamá .Continua con tu viaje y disfrútalo, te lo mereces! Un beso de tu
hijo Joe.
El hecho
de que sus hijos hubiesen tenido un problema, y lo solucionasen perfectamente, le
daba ánimos, al tiempo que le hacía sentirme orgullosa de ellos. ¡Cuánto me
hubiese gustado hacer el viaje con ellos
también¡-pensaba Sara.
Sara.- “no te disperses por nada, continúa
visitando Paris que te queda mucho por ver .Lo del incendio, está solucionado,
el seguro se hará cargo de los daños y pérdidas, y en cuanto a ese español de modales
simples, simpático, que viste durante un par de horas, fue eso un
encuentro tan agradable como inesperado, pero nada más, no pienses más en ello,
ni te atormentes, haciéndote y deshaciendo castillos de arena”
. Se recostó sobre la cama y cogió la revista Voicí. También ojeó, otras tales como: Elle y
el Paris Match. En realidad todas venían
a decir lo mismo, el cotilleo, prensa sensacionalista que publica lo más burdo
y escandaloso de los famosos. Estaba cansada y había pensado acostarse
temprano, por tanto decidió cenar en el hotel. Bajó al comedor y pidió al
camarero una mesa libre. La acomodó amablemente al fondo de la estancia .Apenas
había gente en el comedor a esas horas. El ambiente era muy agradable. Una
melodía de Charles Aznavour amenizaba la
velada.
Mientras le servían la cena volvió a marcar el
número de Madda. Sara- Madda ¿Eres tú?
Si soy yo -¿Eres Sara? -Madda
Me dijo Zara que habías telefoneado. ¿Qué tal
estás? ¿Qué tal París?-continuó Madda .Muy bien Madda. Es una ciudad preciosa. Sara-Me
acordé de ti y tuve deseos de hablar contigo. Significas mucho para mí. Eres
tan buena amiga. Siempre me diste buenos consejos! ¿Y tu familia, estáis todos bien? Muy bien, Gracias Sara.-respondió Madda .Sara- Madda
tienes que venir a París. Todo el mundo debería conocer esta gran ciudad. Son
tantas cosas que tengo que contarte que no sabría cómo empezar. Es una ciudad
de ensueño.
¿Va todo bien por Kírkenes? Qué tal nuestras
amigas. Salúdalas y a tu marido de mi parte. Nos veremos pronto. Un
beso .Adiós.
La cena fue ligera: Léntrée : une salade, aprés poisson avec haricots vertes y le déssert une
petite tarte au fromage. Todo esto con una copa de bollinguer. Acabada la
cena optó por quedarse un poco más en el
comedor, pues la música la reconfortaba, además estuvo observando
las personas que bajaban a cenar, eran sobre todo parejas de cierta edad y una
pareja de jóvenes también. Los jóvenes reían y hablaban alto ante la mirada
desaprobadora -de algunas personas de más avanzada edad, que a veces, se
besuqueaban descaradamente sin importarles la presencia de las personas del
resto de personal que estaba en el comedor observándolos. Ellos eran ajenos al
silencio que por norma debía imperar. Le hicieron recordar a Servak y a Joe.
Sara-¡Qué
estarían haciendo en ese momento! No podía evitar evocarlos a cada instante. Era muy pronto para subir a su
habitación y muy tarde para salir fuera. Decidió quedarse en recepción
aprovechando que estaba sola. Era el momento para planificar las visitas del
día siguiente. Mañana tenía intención de visitar Le Sacre–Coeur, esa iglesia
bizantina que tanto me habían hablado, la plaza de los pintores, que está más
abajo de la basílica y también no quiero perderme le Moulín Rouge que está al
pie de la colina. Sara se despertó relativamente temprano. Pensó no bajar a
desayunar. Tras darse un baño pidió a recepción un zumo de naranja y algo de
fruta. La cena de la noche anterior le había sobrepasado.
Se vistió de una forma más formal: traje de
chaqueta rojo, zapatos a juego con el traje, bolso y
chaquetón negros. Cogió el metro George V y se dirigió por la línea doce hacia
Anvers, en la estación de Abbeses.
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