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jueves, 22 de octubre de 2015

Manifestación antifranquista

5   Manifestación antifranquista

Sara descorrió las cortinas de sui habitación y se asomó por la ventana. Un tropel de gente iba y venía, la calle estaba tomada por gran cantidad de manifestantes que portaban pancartas y agitaban banderas gritando y hablando por numerosos altavoces que producían un ruido ensordecedor, casi infernal. Conectó el televisor y efectivamente la gente iba agrupándose al principio de los Campos Elíseos para dirigirse hacia el Arco del Triunfo.
Después de unos minutos observó que algunas pancartas hacían alusión al Jefe del Estado español, el General Franco. Antes de salir del hotel le informó el director del hotel que los españoles disidentes del régimen de Franco y residentes en París se manifestaban en masa. También los sindicatos y otras fuerzas políticas de izquierdas fletaron autobuses desde España para acudir a la manifestación. Era un momento crucial, que había que aprovechar para derrocar el régimen dictatorial que durante casi cuarenta años había  estado  gobernando en España. Los manifestantes durante la manifestación  gritaban: Franco Assassin, y Giscart complice”, otras se podían oír gritos de “Carrero Carrero” y al tiempo que pronunciaban el nombre, alzaban la pancarta que portaban por los aires. Naturalmente estaban parodiando el atentado del almirante, aludiendo al coche volando por las alturas, tras el artefacto explosivo que estalló al pasar el coche oficial,  que regresaba de oír misa. Había que aprovechar el momento en que Franco estaba agonizando. Sara, sin pensárselo dos veces, se infundió  en una indumentaria sport: unos vaqueros un jersey rojo de cuello cisne y un anorak y salió al encuentro de los manifestantes.
 Quería participar de aquella movida a pesar de que no fuese con ella .Se unió a la manifestación y pudo comprobar que España tenía  en su  actual régimen, a muchos españoles en contra y París era el lugar idóneo para decirlo al resto del mundo. Eran  miles de españoles en el exilio que pedían la libertad”
Simpatizó con uno de los manifestantes, sin apenas hablar con él, ya que el griterío de la gente se lo impedía. Fue  algo inesperado, fueron gestos, miradas sonrisas y un fuerte apretón de manos al despedirse cuando estaba a punto de acabar la manifestación. Anduvieron durante tres largas horas desfilando juntos entre miradas y sonrisas por parte de ambos. Creo que  entre ambos hubo feeling.
 Sara-“Me dijo que su nombre era Ramón y que era  cordobés. Le escribí mi teléfono a petición suya  en una hoja que arranqué de mi pequeña agenda que llevaba en el bolso y desaparecí. El número de teléfono  era el único nexo  que me unía a ese enigmático huelguista.”
Anduve durante largo rato pensando en ese encuentro casual  que me hizo reflexionar, ya que no era mi intención de establecer ninguna relación, ni se me había pasado por la mente, pues me encontraba bien sola , o eso creía yo, eso me lo repetía a mí misma:
Sara.-“Estoy bien como estoy, soy una mujer independiente, no tengo que dar explicaciones a nadie de mis actos y económicamente mi vida estaba resuelta gracias a los años de trabajo y sacrificio que mi marido y yo pasamos .Hacía estas reflexiones para auto convencerse que si Ramón la llamaba no  contestaría o quizás le pondría una excusa aunque reconocía que era un hombre muy atractivo, de mediana estatura, muy moreno, de cabello rizado, con los  ojos verdes y extremadamente agradable.”
¡Tal vez no se produciría esa llamada y si es así porque tengo que seguir pensando en algo que probablemente no sucedería!
Dialogando  consigo misma, pensando en las múltiples cosas que  podían ocurrir no seme dio  cuenta que otra vez la lluvia tenue, pero pertinaz, tan frecuente en Paris, había sido la causante de volver a mojarse ya que en esta ocasión no llevaba tampoco el paraguas.
El pavimento se tornó resbaladizo y una brisa suave acariciaba su rostro lo cual le producía un gran placer, se sentía una mujer libre, no comprometida con la causa española, pero si, solidaria, a ella tampoco le gustaban los dictadores, aunque no fuesen de su país. Las calles se llenaban de grupos de manifestantes y se dispersaban por las mismas produciendo grandes alborotos a consecuencia de sus gritos, de su euforia, en definitiva del clima de protesta al que habían asistido  y al que habían contribuido. Irrumpían en bares y cafés al tiempo que demandaban brindar por la causa, por su causa, por el fin del franquismo, y por la libertad. Querían brindar por la esperanza de volver a España, sin dictador, querían volver, lo añoraban, era una necesidad después de tantos años en un país que no era el suyo, con costumbres diferentes, con idioma diferente, lejos de la familia, de los amigos y lejos de la ciudad que los vio nacer. Tenía una sensación extraña que cada vez era más intensa, pensaba que aquella movida no iba con ella  y sin embargo se  sentía  identificada con aquellos españoles con los que convivió durante unas horas en su manifestación. Cientos de franceses se unieron a la manifestación en solidaridad con los españoles exiliados.
Llegó al hotel. Cuando se dirigía hacia el  ascensor, el recepcionista la  llamó--Madame, S`il vous plaît,”-! Un télègrame est arrive pour vous”!Sara cogió el telegrama, pero no lo abrió  hasta entrar en el ascensor. Estaba nerviosa pero le tranquilizó al comprobar, leyéndolo,  que nada  grave ocurría a sus hijos

.-Joe-Mamá, esta noche pasada ha habido un incendio en la parte posterior del almacén. Ha sido muy aparatoso pero los daños no son importantes, unas cuantos palés de  cajas de fruta y poco más. Servark ha llamado al seguro y se harán cargo de los daños causados. Desconocemos las causas, recuerda que la instalación era ya vieja y habíamos hablado de cambiarla, pero lo fuimos dejando  y al final ha pasado lo que tenía que pasar. No pensábamos decirte nada por no preocuparte pero  hemos preferido que estuvieses informada. ¡Te quiero mamá .Continua con tu viaje y disfrútalo, te lo mereces! Un beso de tu hijo  Joe.
 El hecho de que sus hijos hubiesen tenido un problema, y lo solucionasen perfectamente, le daba ánimos, al tiempo que le hacía sentirme orgullosa de ellos. ¡Cuánto me hubiese gustado  hacer el viaje con ellos también¡-pensaba Sara.
Sara.- “no te disperses por nada, continúa visitando Paris que te queda mucho por ver .Lo del incendio, está solucionado, el seguro se hará cargo de los daños y pérdidas, y en cuanto a ese español  de modales  simples, simpático, que viste durante un par de horas, fue eso un encuentro tan agradable como inesperado, pero nada más, no pienses más en ello, ni te atormentes, haciéndote y deshaciendo castillos de arena”
. Se recostó sobre la cama y cogió la revista  Voicí. También ojeó, otras tales como: Elle y el Paris Match. En realidad todas  venían a decir lo mismo, el cotilleo, prensa sensacionalista que publica lo más burdo y escandaloso de los famosos. Estaba cansada y había pensado acostarse temprano, por tanto decidió cenar en el hotel. Bajó al comedor y pidió al camarero una mesa libre. La acomodó amablemente al fondo de la estancia .Apenas había gente en el comedor a esas horas. El ambiente era muy agradable. Una melodía de Charles Aznavour amenizaba  la velada.
Mientras le servían la cena volvió a marcar el número de Madda. Sara- Madda ¿Eres tú? 
Si soy yo -¿Eres Sara? -Madda
Me dijo Zara que habías telefoneado. ¿Qué tal estás? ¿Qué tal París?-continuó Madda .Muy bien Madda. Es una ciudad preciosa. Sara-Me acordé de ti y tuve deseos de hablar contigo. Significas mucho para mí. Eres tan buena amiga. Siempre me diste buenos consejos! ¿Y tu familia, estáis  todos bien? Muy bien,  Gracias Sara.-respondió Madda .Sara- Madda tienes que venir a París. Todo el mundo debería conocer esta gran ciudad. Son tantas cosas que tengo que contarte que no sabría cómo empezar. Es una ciudad de ensueño.
¿Va todo bien por Kírkenes? Qué tal nuestras amigas. Salúdalas  y a  tu marido de mi parte. Nos veremos pronto. Un beso .Adiós.

La cena fue ligera: Léntrée : une salade, aprés  poisson avec haricots vertes y le déssert une petite tarte au fromage. Todo esto con una copa de bollinguer. Acabada la cena  optó por quedarse un poco más en el comedor, pues la  música   la reconfortaba, además estuvo observando las personas que bajaban a cenar, eran sobre todo parejas de cierta edad y una pareja de jóvenes también. Los jóvenes reían y hablaban alto ante la mirada desaprobadora -de algunas personas de más avanzada edad, que a veces, se besuqueaban descaradamente sin importarles la presencia de las personas del resto de personal que estaba en el comedor observándolos. Ellos eran ajenos al silencio que por norma debía imperar. Le hicieron recordar a Servak y a Joe.
 Sara-¡Qué estarían haciendo en ese momento! No podía evitar evocarlos a   cada instante. Era muy pronto para subir a su habitación y muy tarde para salir fuera. Decidió quedarse en recepción aprovechando que estaba sola. Era el momento para planificar las visitas del día siguiente. Mañana tenía intención de visitar Le Sacre–Coeur, esa iglesia bizantina que tanto me habían hablado, la plaza de los pintores, que está más abajo de la basílica y también no quiero perderme le Moulín Rouge que está al pie de la colina. Sara se despertó relativamente temprano. Pensó no bajar a desayunar. Tras darse un baño pidió a recepción un zumo de naranja y algo de fruta. La cena de la noche anterior le había sobrepasado.
Se vistió de una forma más formal: traje de chaqueta rojo,     zapatos a juego con el traje, bolso y chaquetón negros. Cogió el metro George V y se dirigió por la línea doce hacia Anvers, en la estación de Abbeses.








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