25 Sevilla
En la ciudad hispalense nos alojamos en el Gran
Melía Colón. El hotel está en el centro histórico de la ciudad. Fue inaugurado
para la exposición universal de mil novecientos veintinueve como Hotel Mayestic
por el arquitecto D. Miguel de la Cuadra Salcedo marqués de Castillejas. Es el
único que ofrecía en aquella época un baño en cada habitación.
El hotel se sitúa en la calle Sierpes, a unos
minutos, a pie del río Guadalquivir, La
Torre del Oro, la Maestranza y el castizo barrio de Triana.
A diez minutos de la Catedral, Los Reales
Alcázares y el barrio de Santa Cruz, antigua judería de la Ciudad, los Jardines
de Murillo, La Plaza de España y El Parque de María Luisa. Tras alojarnos en
nuestras respetivas habitaciones y haber deshecho las maletas y colocada la
ropa, bueno parte de ella, pensamos salir a tomar algo para cenar y aprovechar
para echar un vistazo al centro de la ciudad y al día siguiente iniciaríamos
las visitas, empezando por la catedral y la torre del oro.
Cuando Sara terminó de ordenar la habitación
entró en la habitación de Violka que se encontraba en el baño pintándose los
labios y retocándose el pelo. Sara siéntate un momento, que termino enseguida.-dijo
Violka. Sara estuvo repasando la habitación con sus gruesos cortinajes ocres,
algunos cuadros de pintores sevillanos, una confortable cama, una mesita una
lamparita dorada muy barroca, una gran alfombra de varios colores geométricos, que
cubría todo el suelo de la habitación y un gran ventanal que daba a los
jardines del hotel. Al tiempo que la mirada la llevaba a todos y cada uno de
los rincones de la estancia su pensamiento solo era para Ramón. Ella sabía que
pronto se convertiría en un espejismo, lo que ahora y en ese momento era
prioritario e importante. Sara aunque no quería pensarlo, pero era consciente que sus ardientes deseos eran totalmente utópicos e irrealizables. No tenían
sentido alguno.
Cuando llamaba a Kírkenes esperaba que Joe le
dijese que un tal Ramón la había llamado, pero eso nunca ocurría. Estaba siendo
presa de un paroxismo cada vez más patente.
A veces estaba tentada en ser ella la que hiciese la pregunta a su
hijo, pero lo veía absurdo, y se contenía.
Otras , reflexionaba y se decía a sí misma como
podía ser tan egoísta pensando en alguien que casi no existía y apenas se
acordaba de su nuera Nerka que estaba viviendo con una familia extraña
lejos de Kírkenes. Tampoco había hecho
nada después de la muerte de su padre respecto a su madre. Eran dos temas que
le atañían directamente en el seno de su familia. Eran dos asuntos que tenían
que haber sido prioritarios y ella había mirado a otro lado. Ya estoy lista
Sara, perdona la espera, pero quería
arreglarme un poco, pues iba hecha un desastre-exclamó Violka.
Salieron de la habitación y tomaron la calle. El
tiempo era fantástico. El firmamento estaba plagad de estrellas, la noche
estaba templada, para una noche perfecta. Su intención era tomar algunas tapas
para cenar y dar un paseo por el barrio de Triana. Anduvieron un rato y
vislumbraron una taberna que estaba un tanto concurrida. Decidieron entrar en
aquel tuburio. El joven camarero con su deje sevillano les pregunta que van a
tomar las señoras .Ellas le piden dos o tres tapas típicas de la casa a base de
pescaditos, montaditos variados, ensalada y vino de la casa.
Permanecieron un buen rato observando la
decoración de la taberna. Retratos de toreros famosos, de temas taurinos, de vistas
de Sevilla, platos de cerámica, con los monumentos más representativos,,
abanicos con sevillanas y bailaores de flamenco…
Minutos más tarde abonan la cuenta y salen de la
taberna que ya está al completo y no soportaban el enorme ruido que reinaba en
el local. Tras pasear unos minutos por el barrio de Triana, que a pesar de la
hora estaba muy concurrido, Sara le propone
a Violka de volver al hotel pues se encontraba cansada y mañana debían
empezar las visitas temprano, porque habría menos gente a primeras horas. A
Violka le parece bien y regresan al hotel. Una vez allí se despiden hasta el
día siguiente que quedan a las ocho para desayunar. Ambas entran en sus respectivas
habitaciones. Sara había cogido las obsesiones de su nuera Nerka, la de su
madre y tampoco lograba desterrar de su mente ni por un momento la de Ramón. A
tal extremo llegaba su obsesión por Ramón que en uno de los locales que
entraron vio a un grupo de hombres sentados en torno a una mesa y uno de ellos
le pareció Ramón, hasta el punto que se levantó con intención de abordarlo.
Estaba de espaldas y justo cuando iba a pronunciar su nombre se dio cuenta que
no era él.
Un vuelco en el estómago la paralizó de inmediato
Rápidamente reaccionó tratando de mostrarse con
toda naturalidad ante su compañera. Violka iba más a su aire y a pesar de ir
juntas no se dio cuenta del patinazo que
estuvo a punto de pegar Sara.
Violka era más despistada y Sara no sabía en
realidad cuáles eran sus prioridades, tal vez: la moda, los hombres elegantes,
los monumentos que estaban viendo, o la
clase de comida que estaba degustando. Quizá
era un compendio de todo. Sara acude al comedor a las ocho en punto como
habían quedado la noche anterior ella y Violka, se retrasa unos minutos. Se
disponen a desayunar antes de iniciar la visita a la ciudad del Guadalquivir.
_-Disculpa Sara, pero me quedé dormida y no me ha
dado tiempo a estar a la hora que acordamos.-_ dijo Violka.
No te preocupes Violka, :sólo te has retrasado
nueve minutos, además el día es muy largo, y nos sobra tiempo Tenemos todo el día para nosotras__
contestó Sara.
Desayunaron: tostadas, con mermelada y
mantequilla café y algo de fruta.El desayuno tenía que ser copioso para
aguantar sus visitas hasta mediodía,
¿No te parece Violka?-dijo Sara
Por supuesto Sara, estoy totalmente de acuerdo.-le
respondió su amiga. La verdad, aunque eran dos mujeres diferentes tenían
muchas cosas en común y estaban muy compenetradas
lo cual hacía que el viaje transcurriera
sin dificultad. Sara era seis años mayor que Violka, pero no implicaba ser mas retrograda que
ella. Salieron del hotel y se dirigieron hacia la catedral. Cuando llegaron a
la entrada, ya había un grupo de gente, aunque no muy numeroso. Tardaron un
rato en entrar.
Cogieron un guía que les fue explicando: La
catedral de Sevilla es la catedral gótica cristiana con mayor superficie del
mundo. En este templo se encuentra el cuerpo de Cristóbal Colón y el del rey
Fernando III de Castilla.
La
construcción se inició en mil cuatrocientos uno. Se realizó en el solar de la
demolición de la mezquita de Aljama. Se terminó en mil quinientos ochenta y tres.
Tiene una superficie de quince mil
metros cuadrados. En el periodo almohade poseía diecisiete naves adornadas con
arcos de herradura y un amplio patio, el patio de los Naranjos. En el periodo
mudéjar, al final, en mil cuatrocientos uno es demolido el edificio para
hacer un templo cristiano. Se hizo un gran templo gótico de enormes dimensiones
y riguroso diseño.
En la época renacentista se construyeron
dependencias anexas al templo gótico: Sacristía Mayor, Sala Capitular, Capilla
Real, Sacristía de los Cálices etc.
En el periodo barroco se construyó la iglesia del
Rosario anexa a la Catedral. La parte suroeste del templo es de estilo
neoclásico. Y se terminó con estilo
neogótico. Una vez finalizado el recorrido por el interior de la catedral
oyendo las explicaciones de la guía, pasamos a visitar la Giralda. La guía nos
dejó unos minutos para tomar fotos que iban engrosando un valioso reportaje
gráfico de estas ciudades españolas tan maravillosas.
La Giralda nos comenta la chica jovencita, que nos
sirve de guía con una simpatía arrolladora. Es la torre y el campanario de la
catedral de Sevilla.
Fue construida a semejanza del alminar de la
mezquita Kutubía de Marrakech (Marruecos).El campanario es renacentista. Se
terminó en mil ciento noventa y ocho. En el siglo XV se le agregó el cuerpo de
campanas. A raíz del terremoto en mil trescientas sesenta y cinco se perdió la
esfera de cobre que la coronaba.
Se le agregó una estatua que representa la fe. Tiene
una veleta la torre en forma de figura humana o de un animal. Con el paso del
tiempo a esta figura se le llamó Giraldillo.”Cuanto terminamos la visita la
guía nos dijo que la acompañáramos por el barrio de Triana que quería
comentarnos alguna curiosidad .Empezó diciéndonos que el barrio de Triana es
una barrio que se encuentra unido a la ciudad por el puente Isabel o puente de
Triana. Según la mitología la diosa Astaré huyendo de la presencia amorosa de Hércules, fundador mitológico de
la ciudad de Sevilla vino a refugiarse en la orilla accidental del Guadalquivir
fundando Triana. También se vinculó a la colonia romana fundada por Trajano. Fue
tradicionalmente un barrio de alfareros, marineros, industriales, famosa por
toreros cantaores y bailaores de flamenco. Contó desde tiempo inmemorial con la
presencia del pueblo gitano. Hicieron fotos en este lugar tan típico de Sevilla. Acabado el recorrido buscaron
un sitio para tomar algo.
Entramos en un bar donde nos sirvieron unos
pescaditos deliciosos, ensalada variada y un buen vino de la tierra. Eran cerca de las once y decidimos regresar al
hotel. Acordamos que al día siguiente iríamos hacia el parque de María Luisa y
la Plaza de España al principio de la mañana.
Hacia las
nueve de la mañana nuestras incansables
viajeras se encontraban ante la maravillosa e inigualable Plaza de España. Solo
hacían mirar y remirar todas y cada una de las curiosidades que veían: la
fuente central, los cuatro puentes que cruzaba el río los bancos de las cuarenta y ocho provincias españolas.
Pasaron unos minutos incapaces de articular
palabra absortas ante tanta belleza e ingenio juntos. Ambas necesitaban su
tiempo para asimilar la grandiosidad que tenían el privilegio de contemplar.
Violka, también compró su guía de Sevilla y no
dependía de Sara como al principio. Ahora
se había dado cuenta de la
importancia que tenían las ciudades que estaban visitando. Aquí en Sevilla
empezó a constatar la historia de los monumentos o lugares que iba a visitar.
Sacó la guía de su bolso y buscó el Parque de María
Luisa y releyó el texto y constató que tiene cincuenta mil metros cuadrados de
los cuales diecinueve mil están edificados y los treinta y un mil restantes son
espacio libre.
Y que las dos torres que flanquean la plaza son
barrocas y miden setenta y cuatro metros de altura, altura que molestó a los
arquitectos por rivalizar en altura con la Giralda.
Además se pensó utilizar sus dependencias como
parte de la Universidad, pero eso no sucedió, se ha utilizado como sede del
Gobierno Militar, Delegación del Gobierno Central de Andalucía y Museo Militar
de Sevilla.
En la Plaza de España se rodó: El viento y el
león interpretada por Sean Connery .
Cuando miraron y remiraron durante mucho tiempo,
los detalles de la Plaza.los bancos, las escenas representadas en él, los
bustos de los muros, y el conjunto de la misma decidieron dejarla y adentrarse
en el Parque de María Luisa, no sin antes hacerse varias fotos.
Sara y Violka sentadas en el banco de Murcia con
sus respectivas guías ya habían leído que El Parque de María Luisa es más famoso de la ciudad y uno de sus pulmones
verdes. En Sevilla se conservan otros tres parques el Jardín de las Delicias,
que no se si se inspirarían en la obra del Bosco del mismo nombre. Los Jardines
de Murillo y El Paseo de Catalina de Ribera. Fueron reformados por el ingeniero
francés Jean Claude Nicolás Forestier, conservador del Bois de Boulogne de
París, que le dio un toque romántico, inspirado en los jardines del Generalife,
La Alhambra y los Alcázares de Sevilla.
En el parque se abrieron las dos plazas la de
España y la de América.
Se inauguró en mil novecientos catorce. Tiene
cuarenta hectáreas.
Pudieron contemplar una rica y variada vegetación. Contemplaron
varias avenidas y glorietas y que contenía
también una variadas especies avícolas entre las que podemos destacar: patos,
cisnes, pavos reales, pájaros cantores. Es muy famosa la “Fuente de las ranas.”
A Violka le hizo mucha gracia. Tiene otras muchas como la Fuente de los Toreros. La fuente de las Palomas y glorietas como: la de Rafael
de León, Dante Alighieri, la de Bécquer o la del reloj. No les apetecía salirse
del parque, querían saborearlo, volver a verlo .Cada vuelta que daban
encontraban un rincón nuevo, una glorieta distinta.
Al terminar de recorrerlo se hicieron numerosas fotos. Cuando se
cansaron de dar una y mil vueltas se sentaron en un banco con sus respectivos
libros de lectura y estuvieron bastante
rato, haciendo hora de ir a comer. Pasadas las dos de la tarde anduvieron unos diez minutos y encontraron uno de los restaurantes que en la guía les
señalaba y les recomendaba. Se trataba del Rinconcillo. Este restaurante había
sido un antiguo convento. En mil ochocientos noventa y ocho el primer
antepasado compró el local. Han pasado siete generaciones y el local, a pesar
del tiempo transcurrido conserva su barra de caoba y parte de la techumbre
antigua. Ofrece la cocina tradicional andaluza mozárabe y a esa cocina han
incorporado recetas de guisos, pescados, mariscos, carnes, verduras y postres
rescatados de recetarios antiguos.
Nosotras, les pedimos que nos sirvieran las tapas
más típicas de la casa y comimos diferentes platos, todos típicamente andaluces
y fruta. Las frutas españolas les encantaban, por sus excelentes sabores,
variedad etc. También tomamos café. Violka pidió un carajillo. Había oído que
era típico en España y no lo había probado nunca. El camarero le sirvió el
carajillo y al poco de tomarlo, el orujo, le hizo su efecto, de tal forma que
empezó a reír, y a reír que contagió a Sara que comenzó a reír también y no
solo a Sara sino parte de los clientes
que estaban en el comedor hicieron lo mismo y por supuesto a los camareros. Al
final todos acabaron riendo y fue algo muy divertido. A Sara no le vino mal
porque en el fondo no se lo estaba pasando bien últimamente. Sus pensamientos
eran diversos y no todos placenteros.
Le preocupaba su madre, que permanecía sola en Finlandia con casi ochenta años.
Sentía remordimientos por no haber intentado rescatar a Nerka, su nuera, o por lo menos haberla visitado. Tampoco
quería perjudicar a Violka, después de haberla persuadido a realizar el viaje y
por otra parte reconocía que su estancia en España estaba siendo de lo más
grata que se pudiera esperar.Y además su sueño de encontrarse a Ramón, era tan
irrealizable, tan sin sentido.
La única posibilidad real era que Ramón la hubiese llamado a Kírkenes. Y había pasado más
de un año y eso no había sucedido. Eso sucede en los cuentos y en las novelas, pero la realidad suele ser
más dura _Sara.
De todas formas ¿Por qué tenía que forjarse
ilusiones con encontrarse, si en
realidad esos deseos tan convincentes no los había constatado por parte de
Ramón? .Si, habían estado juntos y sintieron una fuerte atracción y al final él
le pidió el teléfono, un teléfono que probablemente no suene desde Córdoba
jamás. Sin embargo aunque Sara racionalmente veía con claridad la triste realidad, pero no quería
asumirla, se negaba a ello, se
aferraba a la idea de que un día
llamaran desde España preguntando por ella y fuese Ramón.
Se ponía pretextos ella misma, justificándolo, ¡Tal
vez no haya podido por el trabajo!, o ¡quizás
haya estado enfermo!. En cualquier caso su ilusión la mantenía viva aferrándose
a ella como el único resorte para ser feliz con un hombre, con el hombre que un
día en París en aquella manifestación la hechizó, le robó el corazón. Por las
noches lloraba antes de acostarse, pero pronto se resarcía de su amargura con
sus fantasías, y gozaba plenamente, ardientemente con aquel hombre desconocido.
Ella misma se preguntaba si su comportamiento era propio de una mujer de cuarenta
y dos años, pues más bien parecía el de
una jovencita de quince. Estos deseos irrefrenables contrastaban un poco con el modelo de vida que
siempre siguió en casa, casada, ama de casa y madre de dos hijos, con una
conducta intachable. Fiel compañera de su marido y madre ejemplar.
De todas
formas era una mujer libre, su marido había muerto. Nadie la necesitaba, pues
su hijo tenía su propia vida. Quizás era a su nuera Nerka, a la única
persona que tenía que ayudar de forma
inminente, tenía que disuadirla para volver con ellos a Kírkenes, con su
familia. Era lo primero que haría a su vuelta, que ya estaba deseando. Sara y
Violka salieron del Rinconcillo todavía
riendo. Se lo habían pasado muy bien. Violka le plantea a Sara de asistir a
algún espectáculo, pero Sara le dice que no le apetece. Violka, insiste y le
pregunta: ¿Por qué no te apetece Sara? Sara no le contesta, con la mirada que
le prodiga tiene bastante. Sara no estaba dispuesta a contarle las causas de su estado anímico, eran asuntos muy personales. Violka trató de entender la
situación, que por cierto fue bastante tensa hasta la llegada a Madrid. Volvieron
temprano al hotel .Entraron en sus respectivas habitaciones. Sara se puso
cómoda y prosiguió leyendo su libro.
Violka por el contrario se arregló un poco y
salió a dar una vuelta sola, sin comunicárselo a Sara Era su última noche en
Sevilla. Llamó a un taxi desde recepción,
aprovechando la ausencia de Sara que ya se había retirado a su habitación, pues
ya lo había premeditado anteriormente y se dirigió hacia el barrio de Triana. Iba vestida con
una falda negra y una blusa roja, calzando unos altos tacones rojos a juego con
la blusa. Se había pintado los labios y se había puesto maquillaje.
Algunos hombres la piropeaban. A Violka no
le importaba, todo lo contrario , le agradaba..Se introdujo en un local de
cante y baile flamenco. Cogió una mesa. Al momento tenía un camarero diciéndole
que quería tomar.
Pidió un vodka con naranja y bastante hielo. El
espectáculo había comenzado .Cantaba un hombre y otro le acompañaba a la
guitarra. Al cabo de un rato se le acerca un señor a la mesa y le dice si se
puede sentar con ella. Violka no lo entendía El caballero era de unos cuarenta y
algún años, alto, delgado y tenía buena
presencia. Violka le dijo en principio que no, pero el hombre que llevaba un vaso de whiski
en la mano, insistió, pero con cierta gracia.
Al final Violka aceptó a que se sentara en su mesa, en el fondo era lo que
deseaba. Era oriundo de Sevilla. Como el sevillano no sabía inglés, ni Violka castellano,
se entendieron como pudieron. El sevillano la invitó a su casa, pero ella no
aceptó, pero si consintió que la acompañara hasta el hotel. Violka no le dijo a
su acompañante su intención de marcharse de Sevilla al día siguiente.
Pero cuando Violka y el sevillano, que por cierto
se llamaba Manuel, llegaban al hotel muy acaramelados, en ese preciso instante,
Sara se levantó del sillón y se acercó a la ventana que daba a la calle y se
quedó de piedra al ver a la pareja llegar y de aquel modo. Sara no le diría
nada, por el momento a su compañera de viaje. Estaba deseando de llegar a
Kírkenes y acabar con el viaje que con
tanta ilusión había preparado y por supuesto, no quería problemas con Violka,
pues aún quedaba la última etapa Madrid y era muy desagradable viajar con
alguien enfrentado.
Bastantes problemas tenía ella: Nerka, su madre, Ramón… como para seguir añadiendo.
Tres personas que quería y todas fuera de su alcance en esos momentos. Siempre
se ha dicho que en los viajes suelen aparecer discrepancias con las personas
que viajas. La verdad es que habían estado muy compenetradas hasta entonces y Sara pensó que procuraría seguir así, con
Violka, hasta el final del viaje. Además en
realidad no había pasado nada irreparable. Al día siguiente Sara
y Violka se vieron en el comedor. Violka había bajado antes que Sara. Esta,
procuró estar ajena a la llegada de Violka, la noche anterior. Actuó como si no supiese nada. Violka le preguntó a
Sara a qué hora tenían el vuelo a
Madrid. Sara le contestó que a las cuatro cuarenta. Tenían tiempo de hacer las
maletas tranquilamente y dar una vuelta por el centro y aprovechar para hacer
alguna compra. Deambularon por el Centro, por el barrio de Triana. Compraron
algunas cosas: camisetas, llaveros y otros souvenirs etc
Sara también adquirió también, dos mantones de
Manila para sus nueras, típicamente
andaluces.
Regresaron al hotel, cogieron el equipaje,
llamaron a un taxi y se dirigieron al aeropuerto de San Pablo de Sevilla.
Hicieron el embarque y a las cuatro
cuarenta despegaba el avión que les llevaría a la capital de España, su última
estancia. Violka ojeó la prensa, mientras Sara continuó leyendo su libro de “El
adolescente de la sal”, en el avión. A las dieciocho quince aterrizaban en Barajas.
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