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viernes, 23 de octubre de 2015

25 Sevilla

25  Sevilla

En la ciudad hispalense nos alojamos en el Gran Melía Colón. El hotel está en el centro histórico de la ciudad. Fue inaugurado para la exposición universal de mil novecientos veintinueve como Hotel Mayestic por el arquitecto D. Miguel de la Cuadra Salcedo marqués de Castillejas. Es el único que ofrecía en aquella época un baño en cada habitación.
El hotel se sitúa en la calle Sierpes, a unos minutos,  a pie del río Guadalquivir, La Torre del Oro, la Maestranza y el castizo barrio de Triana.
A diez minutos de la Catedral, Los Reales Alcázares y el barrio de Santa Cruz, antigua judería de la Ciudad, los Jardines de Murillo, La Plaza de España y El Parque de María Luisa. Tras alojarnos en nuestras respetivas habitaciones y haber deshecho las maletas y colocada la ropa, bueno parte de ella, pensamos salir a tomar algo para cenar y aprovechar para echar un vistazo al centro de la ciudad y al día siguiente iniciaríamos las visitas, empezando por la catedral y la torre del oro.
Cuando Sara terminó de ordenar la habitación entró en la habitación de Violka que se encontraba en el baño pintándose los labios y retocándose el pelo. Sara siéntate un momento, que termino enseguida.-dijo Violka. Sara estuvo repasando la habitación con sus gruesos cortinajes ocres, algunos cuadros de pintores sevillanos, una confortable cama, una mesita una lamparita dorada muy barroca, una gran alfombra de varios colores geométricos, que cubría todo el suelo de la habitación y un gran ventanal que daba a los jardines del hotel. Al tiempo que la mirada la llevaba a todos y cada uno de los rincones de la estancia su pensamiento solo era para Ramón. Ella sabía que pronto se convertiría en un espejismo, lo que ahora y en ese momento era prioritario e importante. Sara aunque no quería pensarlo, pero  era consciente que sus  ardientes deseos eran   totalmente utópicos e irrealizables. No tenían sentido alguno.
Cuando llamaba a Kírkenes esperaba que Joe le dijese que un tal Ramón la había llamado, pero eso nunca ocurría. Estaba siendo presa de un paroxismo cada vez más patente.
A veces estaba tentada  en ser ella la que hiciese la pregunta a su hijo, pero lo veía absurdo, y se contenía.
Otras , reflexionaba y se decía a sí misma como podía ser tan egoísta pensando en alguien que casi no existía y apenas se acordaba de su nuera Nerka que estaba viviendo con una familia extraña lejos  de Kírkenes. Tampoco había hecho nada después de la muerte de su padre respecto a su madre. Eran dos temas que le atañían directamente en el seno de su familia. Eran dos asuntos que tenían que haber sido prioritarios y ella había mirado a otro lado. Ya estoy lista Sara, perdona  la espera, pero quería arreglarme un poco, pues iba hecha un desastre-exclamó Violka.
Salieron de la habitación y tomaron la calle. El tiempo era fantástico. El firmamento estaba plagad de estrellas, la noche estaba templada, para una noche perfecta. Su intención era tomar algunas tapas para cenar y dar un paseo por el barrio de Triana. Anduvieron un rato y vislumbraron una taberna que estaba un tanto concurrida. Decidieron entrar en aquel tuburio. El joven camarero con su deje sevillano les pregunta que van a tomar las señoras .Ellas le piden dos o tres tapas típicas de la casa a base de pescaditos, montaditos variados, ensalada y vino de la casa.
Permanecieron un buen rato observando la decoración de la taberna. Retratos de toreros famosos, de temas taurinos, de vistas de Sevilla, platos de cerámica, con los monumentos más representativos,, abanicos con sevillanas y bailaores de flamenco…
Minutos más tarde abonan la cuenta y salen de la taberna que ya está al completo y no soportaban el enorme ruido que reinaba en el local. Tras pasear unos minutos por el barrio de Triana, que a pesar de la hora estaba muy concurrido, Sara le propone  a Violka de volver al hotel pues se encontraba cansada y mañana debían empezar las visitas temprano, porque habría menos gente a primeras horas. A Violka le parece bien y regresan al hotel. Una vez allí se despiden hasta el día siguiente que quedan a las ocho para desayunar. Ambas entran en sus respectivas habitaciones. Sara había cogido las obsesiones de su nuera Nerka, la de su madre y tampoco lograba desterrar de su mente ni por un momento la de Ramón. A tal extremo llegaba su obsesión por Ramón que en uno de los locales que entraron vio a un grupo de hombres sentados en torno a una mesa y uno de ellos le pareció Ramón, hasta el punto que se levantó con intención de abordarlo. Estaba de espaldas y justo cuando iba a pronunciar su nombre se dio cuenta que no era él.
Un vuelco en el estómago la paralizó de inmediato
Rápidamente reaccionó tratando de mostrarse con toda naturalidad ante su compañera. Violka iba más a su aire y a pesar de ir juntas no se dio cuenta  del patinazo que estuvo a punto de pegar Sara.
Violka era más despistada y Sara no sabía en realidad cuáles eran sus prioridades, tal vez: la moda, los hombres elegantes, los monumentos que  estaban viendo, o la clase de comida que estaba degustando. Quizá  era un compendio de todo. Sara acude al comedor a las ocho en punto como habían quedado la noche anterior ella y Violka, se retrasa unos minutos. Se disponen a desayunar antes de iniciar la visita a la ciudad del Guadalquivir.
_-Disculpa Sara, pero me quedé dormida y no me ha dado tiempo a estar a la hora que acordamos.-_ dijo Violka.
No te preocupes Violka, :sólo te has retrasado nueve minutos, además el día es muy largo, y nos  sobra tiempo Tenemos todo el día para nosotras__ contestó Sara.
Desayunaron: tostadas, con mermelada y mantequilla café y algo de fruta.El desayuno tenía que ser copioso para aguantar sus visitas hasta mediodía,
¿No te parece Violka?-dijo Sara
Por supuesto Sara, estoy totalmente de acuerdo.-le respondió su amiga. La verdad, aunque eran dos mujeres diferentes tenían muchas  cosas en común y estaban muy compenetradas lo cual hacía que el viaje transcurriera  sin dificultad. Sara era seis años mayor que Violka,  pero no implicaba ser mas retrograda que ella. Salieron del hotel y se dirigieron hacia la catedral. Cuando llegaron a la entrada, ya había un grupo de gente, aunque no muy numeroso. Tardaron un rato en entrar.
Cogieron un guía que les fue explicando: La catedral de Sevilla es la catedral gótica cristiana con mayor superficie del mundo. En este templo se encuentra el cuerpo de Cristóbal Colón y el del rey Fernando III de Castilla.
 La construcción se inició en mil cuatrocientos uno. Se realizó en el solar de la demolición de la mezquita de Aljama. Se terminó en mil quinientos ochenta y tres. Tiene una superficie de  quince mil metros cuadrados. En el periodo almohade poseía diecisiete naves adornadas con arcos de herradura y un amplio patio, el patio de los Naranjos. En el periodo mudéjar, al final, en mil cuatrocientos uno es demolido el edificio   para hacer un templo cristiano. Se hizo un gran templo gótico de enormes dimensiones y riguroso diseño.
En la época renacentista se construyeron dependencias anexas al templo gótico: Sacristía Mayor, Sala Capitular, Capilla Real, Sacristía de los Cálices etc.
En el periodo barroco se construyó la iglesia del Rosario anexa a la Catedral. La parte suroeste del templo es de estilo neoclásico. Y se terminó  con estilo neogótico. Una vez finalizado el recorrido por el interior de la catedral oyendo las explicaciones de la guía, pasamos a visitar la Giralda. La guía nos dejó unos minutos para tomar fotos que iban engrosando un valioso reportaje gráfico de estas ciudades españolas tan maravillosas.
La Giralda nos comenta la chica jovencita, que nos sirve de guía con una simpatía arrolladora. Es la torre y el campanario de la catedral de Sevilla.
Fue construida a semejanza del alminar de la mezquita Kutubía de Marrakech (Marruecos).El campanario es renacentista. Se terminó en mil ciento noventa y ocho. En el siglo XV se le agregó el cuerpo de campanas. A raíz del terremoto en mil trescientas sesenta y cinco se perdió la esfera de cobre que la coronaba.
Se le agregó una estatua que representa la fe. Tiene una veleta la torre en forma de figura humana o de un animal. Con el paso del tiempo a esta figura se le llamó Giraldillo.”Cuanto terminamos la visita la guía nos dijo que la acompañáramos por el barrio de Triana que quería comentarnos alguna curiosidad .Empezó diciéndonos que el barrio de Triana es una barrio que se encuentra unido a la ciudad por el puente Isabel o puente de Triana. Según la mitología la diosa Astaré huyendo de la presencia  amorosa de Hércules, fundador mitológico de la ciudad de Sevilla vino a refugiarse en la orilla accidental del Guadalquivir fundando Triana. También se vinculó a la colonia romana fundada por Trajano. Fue tradicionalmente un barrio de alfareros, marineros, industriales, famosa por toreros cantaores y bailaores de flamenco. Contó desde tiempo inmemorial con la presencia del pueblo gitano. Hicieron fotos en este lugar tan  típico de Sevilla. Acabado el recorrido buscaron un sitio para tomar algo.
Entramos en un bar donde nos sirvieron unos pescaditos deliciosos, ensalada variada y un buen vino de la tierra. Eran  cerca de las once y decidimos regresar al hotel. Acordamos que al día siguiente iríamos hacia el parque de María Luisa y la Plaza de España al principio de la mañana.
Hacia  las nueve de la mañana  nuestras incansables viajeras se encontraban ante la maravillosa e inigualable Plaza de España. Solo hacían mirar y remirar todas y cada una de las curiosidades que veían: la fuente central, los cuatro puentes que cruzaba el río los bancos de las  cuarenta y ocho  provincias españolas.
Pasaron unos minutos incapaces de articular palabra absortas ante tanta belleza e ingenio juntos. Ambas necesitaban su tiempo para asimilar la grandiosidad que tenían el privilegio de contemplar.
Violka, también compró su guía de Sevilla y no dependía de Sara como al principio. Ahora  se  había dado cuenta de la importancia que tenían las ciudades que estaban visitando. Aquí en Sevilla empezó a constatar la historia de los monumentos o lugares que iba a visitar.
Sacó la guía de su bolso y buscó el Parque de María Luisa y releyó el texto y constató que tiene cincuenta mil metros cuadrados de los cuales diecinueve mil están edificados y los treinta y un mil restantes son espacio libre.
Y que las dos torres que flanquean la plaza son barrocas y miden setenta y cuatro metros de altura, altura que molestó a los arquitectos por rivalizar en altura con la Giralda.
Además se pensó utilizar sus dependencias como parte de la Universidad, pero eso no sucedió, se ha utilizado como sede del Gobierno Militar, Delegación del Gobierno Central de Andalucía y Museo Militar de Sevilla.
En la Plaza de España se rodó: El viento y el león interpretada por Sean Connery .
Cuando miraron y remiraron durante mucho tiempo, los detalles de la Plaza.los bancos, las escenas representadas en él, los bustos de los muros, y el conjunto de la misma decidieron dejarla y adentrarse en el Parque de María Luisa, no sin antes hacerse varias fotos.
Sara y Violka sentadas en el banco de Murcia con sus respectivas guías ya habían leído que El Parque de María Luisa es  más famoso de la ciudad y uno de sus pulmones verdes. En Sevilla se conservan otros tres parques el Jardín de las Delicias, que no se si se inspirarían en la obra del Bosco del mismo nombre. Los Jardines de Murillo y El Paseo de Catalina de Ribera. Fueron reformados por el ingeniero francés Jean Claude Nicolás Forestier, conservador del Bois de Boulogne de París, que le dio un toque romántico, inspirado en los jardines del Generalife,  La Alhambra y los Alcázares de Sevilla.
En el parque se abrieron las dos plazas la de España y la de América.
Se inauguró en mil novecientos catorce. Tiene cuarenta hectáreas.
Pudieron contemplar  una rica y variada vegetación. Contemplaron varias avenidas y glorietas y que  contenía también una variadas especies avícolas entre las que podemos destacar: patos, cisnes, pavos reales, pájaros cantores. Es muy famosa la “Fuente de las ranas.” A Violka le hizo mucha gracia. Tiene otras muchas como la Fuente  de los Toreros. La fuente  de las Palomas y glorietas como: la de Rafael de León, Dante Alighieri, la de Bécquer o la del reloj. No les apetecía salirse del parque, querían saborearlo, volver a verlo .Cada vuelta que daban encontraban un rincón nuevo, una glorieta distinta.
Al terminar de recorrerlo  se hicieron numerosas fotos. Cuando se cansaron de dar una y mil vueltas se sentaron en un banco con sus respectivos libros de lectura  y estuvieron bastante rato, haciendo hora de ir a comer. Pasadas las dos de la tarde anduvieron  unos diez minutos y encontraron  uno de los restaurantes que en la guía les señalaba y les recomendaba. Se trataba del Rinconcillo. Este restaurante había sido un antiguo convento. En mil ochocientos noventa y ocho el primer antepasado compró el local. Han pasado siete generaciones y el local, a pesar del tiempo transcurrido conserva su barra de caoba y parte de la techumbre antigua. Ofrece la cocina tradicional andaluza mozárabe y a esa cocina han incorporado recetas de guisos, pescados, mariscos, carnes, verduras y postres rescatados de recetarios antiguos.
Nosotras, les pedimos que nos sirvieran las tapas más típicas de la casa y comimos diferentes platos, todos típicamente andaluces y fruta. Las frutas españolas les encantaban, por sus excelentes sabores, variedad etc. También tomamos café. Violka pidió un carajillo. Había oído que era típico en España y no lo había probado nunca. El camarero le sirvió el carajillo y al poco de tomarlo, el orujo, le hizo su efecto, de tal forma que empezó a reír, y a reír que contagió a Sara que comenzó a reír también y no solo a  Sara sino parte de los clientes que estaban en el comedor hicieron lo mismo y por supuesto a los camareros. Al final todos acabaron riendo y fue algo muy divertido. A Sara no le vino mal porque en el fondo no se lo estaba pasando bien últimamente. Sus pensamientos eran diversos y no todos placenteros.
Le preocupaba su madre, que permanecía  sola en Finlandia con casi ochenta años. Sentía remordimientos por no haber intentado rescatar a Nerka, su nuera,  o por lo menos haberla visitado. Tampoco quería perjudicar a Violka, después de haberla persuadido a realizar el viaje y por otra parte reconocía que su estancia en España estaba siendo de lo más grata que se pudiera esperar.Y además su sueño de encontrarse a Ramón, era tan irrealizable, tan   sin sentido.
La única posibilidad real era que Ramón la  hubiese llamado a Kírkenes. Y había pasado más de un año y eso no había sucedido. Eso sucede en los cuentos  y en las novelas, pero la realidad suele ser más dura _Sara.
De todas formas ¿Por qué tenía que forjarse ilusiones  con encontrarse, si en realidad esos deseos tan convincentes no los había constatado por parte de Ramón? .Si, habían estado juntos y sintieron una fuerte atracción y al final él le pidió el teléfono, un teléfono que probablemente no suene desde Córdoba jamás. Sin embargo aunque Sara racionalmente veía  con claridad la triste realidad, pero  no quería  asumirla, se negaba a ello,  se aferraba  a la idea de que un día llamaran desde España preguntando por ella y fuese Ramón.
Se ponía pretextos ella misma, justificándolo, ¡Tal vez no haya podido por el trabajo!, o  ¡quizás haya estado enfermo!. En cualquier caso su ilusión la mantenía viva aferrándose a ella como el único resorte para ser feliz con un hombre, con el hombre que un día en París en aquella manifestación la hechizó, le robó el corazón. Por las noches lloraba antes de acostarse, pero pronto se resarcía de su amargura con sus fantasías, y gozaba plenamente, ardientemente con aquel hombre desconocido. Ella misma se preguntaba si su comportamiento era propio de una mujer de cuarenta y dos años, pues más bien parecía el  de una jovencita de quince. Estos deseos irrefrenables  contrastaban un poco con el modelo de vida que siempre siguió en casa, casada, ama de casa y madre de dos hijos, con una conducta intachable. Fiel compañera de su marido y madre ejemplar.
 De todas formas era una mujer libre, su marido había muerto. Nadie la necesitaba, pues su hijo tenía su propia vida. Quizás era a su nuera Nerka, a la única persona  que tenía que ayudar de forma inminente, tenía que disuadirla para volver con ellos a Kírkenes, con su familia. Era lo primero que haría a su vuelta, que ya estaba deseando. Sara y Violka  salieron del Rinconcillo todavía riendo. Se lo habían pasado muy bien. Violka le plantea a Sara de asistir a algún espectáculo, pero Sara le dice que no le apetece. Violka, insiste y le pregunta: ¿Por qué no te apetece Sara? Sara no le contesta, con la mirada que le prodiga tiene bastante. Sara no estaba dispuesta a contarle las causas  de su estado anímico, eran asuntos  muy personales. Violka trató de entender la situación, que por cierto fue bastante tensa hasta la llegada a Madrid. Volvieron temprano al hotel .Entraron en sus respectivas habitaciones. Sara se puso cómoda y prosiguió leyendo su libro.
Violka por el contrario se arregló un poco y salió a dar una vuelta sola, sin comunicárselo a Sara Era su última noche en Sevilla. Llamó a un taxi  desde recepción, aprovechando la ausencia de Sara que ya se había retirado a su habitación, pues ya lo había premeditado anteriormente y se dirigió   hacia el barrio de Triana. Iba vestida con una falda negra y una blusa roja, calzando unos altos tacones rojos a juego con la blusa. Se había pintado los labios y se había puesto maquillaje. Algunos  hombres la piropeaban. A Violka no le importaba, todo lo contrario , le agradaba..Se introdujo en un local de cante y baile flamenco. Cogió una mesa. Al momento tenía un camarero diciéndole que quería tomar.
Pidió un vodka con naranja y bastante hielo. El espectáculo había comenzado .Cantaba un hombre y otro le acompañaba a la guitarra. Al cabo de un rato se le acerca un señor a la mesa y le dice si se puede sentar con ella. Violka no lo entendía El caballero era de unos cuarenta y algún años, alto, delgado  y tenía buena presencia. Violka le dijo en principio  que no, pero el hombre que llevaba un vaso de whiski en la mano, insistió, pero  con cierta gracia. Al final Violka aceptó a que se sentara en su mesa, en el fondo era lo que deseaba. Era oriundo de Sevilla. Como el sevillano no sabía inglés, ni Violka castellano, se entendieron como pudieron. El sevillano la invitó a su casa, pero ella no aceptó, pero si consintió que la acompañara hasta el hotel. Violka no le dijo a su acompañante su intención de marcharse de Sevilla al día siguiente.
Pero cuando Violka y el sevillano, que por cierto se llamaba Manuel, llegaban al hotel muy acaramelados, en ese preciso instante, Sara se levantó del sillón y se acercó a la ventana que daba a la calle y se quedó de piedra al ver a la pareja llegar y de aquel modo. Sara no le diría nada, por el momento a su compañera de viaje. Estaba deseando de llegar a Kírkenes y acabar con  el viaje que con tanta ilusión había preparado y por supuesto, no quería problemas con Violka, pues aún quedaba la última etapa Madrid y era muy desagradable viajar con alguien enfrentado.
Bastantes problemas tenía ella: Nerka,  su madre, Ramón… como para seguir añadiendo. Tres personas que quería y todas fuera de su alcance en esos momentos. Siempre se ha dicho que en los viajes suelen aparecer discrepancias con las personas que viajas. La verdad es que habían estado muy compenetradas hasta entonces  y Sara pensó que procuraría seguir así, con Violka,   hasta el final del viaje. Además en realidad  no había  pasado nada irreparable. Al día siguiente Sara y Violka se vieron en el comedor. Violka había bajado antes que Sara. Esta, procuró estar ajena a la llegada de Violka, la noche anterior. Actuó  como si no supiese nada. Violka le preguntó a Sara  a qué hora tenían el vuelo a Madrid. Sara le contestó que a las cuatro cuarenta. Tenían tiempo de hacer las maletas tranquilamente y dar una vuelta por el centro y aprovechar para hacer alguna compra. Deambularon por el Centro, por el barrio de Triana. Compraron algunas cosas: camisetas, llaveros y otros souvenirs etc
Sara también adquirió también, dos mantones de Manila para sus  nueras, típicamente andaluces.
Regresaron al hotel, cogieron el equipaje, llamaron a un taxi y se dirigieron al aeropuerto de San Pablo de Sevilla. Hicieron el embarque  y a las cuatro cuarenta despegaba el avión que les llevaría a la capital de España, su última estancia. Violka ojeó la prensa,  mientras Sara continuó leyendo su libro de “El  adolescente de la sal”,  en el avión. A las dieciocho  quince aterrizaban en Barajas.




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