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jueves, 22 de octubre de 2015

Visita al Sacre-Coeur

6    Visita al Sacre-Coeur

 En un principio tenía la intención de coger el funicular para ascender hasta la basílica del Sagrado Corazón, pero después pensó que tenía todo el tiempo del mundo y que no le vendría mal, hacer un poco de ejercicio, subir escaleras y caminar disfrutando del paisaje tan maravilloso que se rendía ante ella. La basílica estaba situada en lo alto de la colina de Montmartre. Tardó unos tres cuartos de hora  en llegar y tras descansar unos minutos y tomar unas fotografías se dispuso a entrar. Su reacción fue de asombro y entusiasmo al mismo tiempo.  La noche anterior había leído en su guía de París que se trataba de una construcción decidida por la Asamblea Nacional en memoria de los caídos en la guerra franco prusiana.  Conocía el nombre del arquitecto Paul, aunque no recordaba el apellido. Se terminó de construir al final de la Primera Guerra  Mundial con fondos solo  de suscripción popular.
Echó mano a la agenda que solía llevar siempre en el bolso y   leyó que era uno de los monumentos más visitados de París y que la basílica tiene una cruz griega con cuatro cúpulas, que el domo central tiene ochenta metros de altura y que en el ábside una inmensa torre cuadrada hace las veces de campanario que tiene entre otras la de Savoyarde, una campana de tres metros de diámetro y dieciocho mil quinientos cincuenta  kilos de peso ofrecida pos la diócesis de Cambery. Además la cripta es una de sus curiosidades. El estilo romano-bizantino.
Se sentó en un banco contemplando aquella maravilla y pensaba, en la fuerza del pueblo, era obra de ellos, no necesitaron ni ayudas de fondos públicos,  ni subvenciones de ningún tipo, su generosidad,  su tesón y su perseverancia hizo que el ambicioso proyecto,  se hiciese realidad en tan solo treinta y nueve años que duraron las obras. El estilo era romano-bizantino.


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