Visitas

2163

viernes, 23 de octubre de 2015

16 Guiso de Reno


16  Guiso de Reno

Joe compró un kilo de  carne de Reno, que por cierto es carísima, es fuerte,  pero  tiene poca grasa. La cortó en trozos muy pequeños y la sofrió en mantequilla salpimentando. Luego la dejó cocer con poco agua hasta reducirla por completo. La acompañó con un puré de patatas, con arándonos rojos y pepinillos agridulces.
También, nos deleitó con un postre fantástico el Pan de queso, que se cocina con salsa de nata y canela y acompañado de camemoro (mora ártica).
Tras la comida Nerka estuvo metiéndose con Joe. Le dijo que ya estaba preparado para contraer matrimonio porque para él la cocina no tenía secretos y eso era un capítulo importante. Se estuvieron riendo los tres de las ocurrencias de Nerka que parecía que el vino había hecho  un poco de las suyas.
También comentaron el terrible accidente que días atrás había acontecido en Kírkenes la muerte del pequeño Howard, hijo de sus amigos Violka y Veeti . En todas partes era el tema del día, pues el suceso conmocionó a la ciudad.
Estaban en la sobremesa y de repente un aguacero se hizo presente. Las gruesas nubes negras comenzaron a descargar agua de forma intensa. El agua penetró a través de las rendijas de la puerta del patio y llegó hasta la cocina.
 El sumidor  que recogía las aguas del patio estaba atascado y eso hizo que el agua se embalsara en el mismo y comenzara a penetrar hacia el interior. Joe salió y trató de desatascarlo pero se resistía .Al final lo logró y el agua empezó a descender del nivel acumulado.
Estuvo casi tres horas lloviendo ininterrumpidamente. Tras amainar paulatinamente, cada vez la lluvia  era menos fuerte,  hasta que cesó definitivamente. Joe tras hacer un reparto de unos pedidos de fruta volvió a casa diciendo que eran muchos los destrozos que  el temporal había producido en Kírkenes: Un trozo del tejado de la escuela, un poste de teléfonos derrumbado, varios bajos inundados y algunas calles intransitables, a causa del lodo y el agua. Sara tenía previsto salir aquella tarde. Tenía cita con la esteticien, pero llamaría y cambiaría la cita. No le apetecía  ausentarse de casa. Prefería quedarse leyendo y escribir un par de cartas que tenía pendientes.
Cuando se retiraba  a su habitación para escribir alguna carta no podía evitar acordarse de Ramón.
Ramón, aquel español que conoció en París durante la manifestación contra Franco, en plenos Campos Elíseos, aquel hombre lleno de fuerza y vitalidad, aquel hombre lleno de entusiasmo, aquel hombre, no podía quitárselo de la cabeza. Era el único hombre que había despertado algo en Sara después de la muerte de difunto marido. Cuando pensaba que en casa sonaba el teléfono siempre tenía la esperanza de que fuese él, pero eso no sucedía.
Habían pasado algunos meses desde  el día que estuvimos juntos tan solo unas horas en aquella manifestación y a mí me parecían una eternidad. Por otra parte pensaba, pero porqué me va a llamar a mí una señora lapona mayor que él por el mero hecho de habernos caído más o menos simpáticos. “Sin embargo la atracción fue recíproca, eso lo sabemos las mujeres cuando ocurre.”.-Sara
Lo mejor sería olvidarlo de una vez para siempre me decía una y otra vez. Pero eso no solo no ocurría sino que cada vez lo recordaba con más fuerza .A veces dejando rienda suelta a la fantasía  solía estar con  él. Soñaba despierta, soñaba que daban largos paseos por una hermosa ribera junto a un rio de aguas cristalinas. Los cedros,  castaños y abedules les protegían y los camuflaban en sus deseos ardientes de poseerse.
Sara-“Nos bañábamos desnudos en el río en esas aguas gélidas y cristalinas, sin embargo, nuestros fuertes deseos, mitigaban la sensación de frío. Al salir del río, nos tumbamos en la hierba y como dos jóvenes enamorados hacíamos el amor convulsivamente.”
No obstante todo era pura fantasía, que merodeaba en su mente con cierta frecuencia.
Cuando estaba optimista pensaba que sus sueños se harían realidad algún día, que el teléfono sonaría y sería él que querría verme, para  estar conmigo.
Pero otras veces pensaba que todo aquel encuentro había sido un espejismo, que Ramón no se acordaría de mí, que fue solo un encuentro fugaz. Fuese como fuese  siempre guardaba un hálito de esperanza. Es curioso, añoraba más a Ramón, sin apenas conocerle, que al difunto de su marido.
Sara.-Cuando una persona que has querido durante  muchos años, como yo quise a Milko, mi marido, y resuelve acabar como lo hizo te deja un amargo sabor de boca tan grande que es capaz de borrar todo el tiempo de felicidad que has compartido con él, porque te sientes traicionada, te hace sentirte culpable en cierto modo.
Sara-Hoy día soy más feliz con la imagen de Ramón que con la de Milko, pues me bastaron apenas tres horas de caminar juntos en aquella manifestación de intercambiar gestos, miradas, sonrisas deseos, para no olvidarlo jamás. Cada día pienso que si me telefoneara y fuese él no dudaría de correr a su lado. Necesito estrecharlo junto a mí, acariciar su pelo negro ensortijado, tocar sus mejillas, besar sus labios carnosos y mirar sus ojos verdes incansablemente. Sé que estaba casado, aunque él no me lo dijera Tampoco se lo pregunté. Pero el anillo en su mano derecha le delataba. Solo recuerdo la fuerza de sus manos que sentí cuando caminábamos. Ramón era un hombre joven, pero fuerte, lo  que más me gustaba de él era, su afabilidad, su sonrisa, su tierna mirada, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Intercambiábamos  vocablos, y frases cortas en un francés un tanto peculiar. Cuando tienes añoranza por un ser que deseas y te ves impotente porque no estás a su lado y lo peor que no sabes si estarás algún día, solo te queda la imaginación, tu propia fantasía y eso es lo que yo utilizo cada vez que pienso en él.
En cada momento lo sitúo en un contexto diferente. Unas veces pienso que Ramón es un hombre muy ocupado, con una familia, mujer e hijos  por los que luchar y que sacar adelante. Otras veces pienso que Ramón  empatizó  conmigo durante unas horas en una situación determinada, pero que aquello no significó nada para él. Por eso no me llama y nunca lo hará. Aún quiero admitir otra posibilidad, quiero aferrarme a ella si es la de que Ramón  piensa en mí, que no me ha olvidado, pero las circunstancias adversas le impiden ponerse en contacto conmigo.
Un ruido ensordecedor inundó la estancia provocado por una intensa lluvia acompañada de una fuerte tormenta y de un intenso viento silbante. A través de la ventana del salón se veían los árboles retorcerse y balancearse, al tiempo que sus ramas danzaban al ritmo del sonido del viento que no cesaba ni un segundo. Transcurría la noche y el viento furioso y la lluvia que cada vez arreciaba más  continuaban sin cesar. La lluvia en Kírkenes era muy frecuente a finales de invierno. La calle quedó desierta  de transeúntes y el agua se deslizaba hacia las alcantarillas que no daban abasto formando tremendos charcos. Empleados municipales hacían su aparición provistos de gruesos impermeables amarillos y provistos de  útiles de hierro, en forma de ganzúas trataban de desatascarlas ya que habían quedado atascadas por las hojas de los árboles y el lodo que la lluvia dejaba a su paso.
Algunos niños salían a la calle para chapotear el agua de los innumerables charcos que se habían producido en las calles.
También, un poco más tarde, a últimas horas de la noche y cuando las farolas  se iluminaban, se podían detectar aquellas, que la tormenta había estropeado y se habían quedado sin luz, entonces era cuando hacían acto de presencia los electricistas con sus escaleras y sus maletines e iban reponiendo o arreglando averías hasta que toda la iluminación quedaba restablecida. Al día siguiente los jardineros se ocupaban de cortar aquellas ramas rotas que amenazaban peligro a los viandantes. Las tormentas eran tan fuertes  en esta época del año que para que el pueblo volviera a la normalidad era necesario intervenir durante varios días ya que la retirada de ramas  y  la limpieza de las calles requerían su tiempo. Joe iba a cumplir veintiséis años y tenía edad para buscar a una mujer que le gustase y vivir con ella.
Él, no era partidario del matrimonio, ya lo había referido en varias ocasiones. Joe decía que no pasaba por los ritos y las ceremonias absurdas impuestas.
Consideraba que la unión con la mujer que le agradase basada en el respeto y en el amor era más que suficiente para iniciar una vida en común. Para Sara, su madre, lo más importante es que tuviese una mujer a su lado que lo quisiera, bueno, que se quisieran y dejar ya de una vez a los amigotes con sus juergas y sus salidas poco recomendables. Si no quería casarse lo asumiría, pues era su vida.
Unas veces venía alegre, otras ebrio  y yo permanecía en vilo hasta que no regresaba, siempre pensando en lo peor. La semana pasada llegó a las cinco de la mañana borracho como una cuba. Al oírlo entrar Sara se levantó, pues no estaba dormida, no podía dormir mientras no llegaba a casa.
Sara-Joe “ ¿Tú crees que son horas de volver a casa?”
¡Y otra vez borracho!
Joe-¡Déjame tranquilo. Y vete a la cama mamá. Ya no soy un niño! Y cerrando la puerta bruscamente  se metió en su dormitorio. Joe, había sido un hijo ejemplar, pero hacía un par de años que había cambiado rotundamente. Los nuevos amigos estaban influyendo decisivamente en su nuevo comportamiento. Se había vuelto más terco y la convivencia resultaba insoportable.
A veces pensaba que no conocía a su propio hijo. La tenía bastante preocupada y toda su obsesión, era que encontrara a una buena chica e iniciara una relación de pareja, si es que no quería pasar por el matrimonio.
Pasaron las semanas, los meses y todo seguía igual. Joe no daba su brazo a torcer, cada día estaba más terco y la convivencia resultaba insoportable.
Nerka por otra parte se había buscado un hobby, la pintura. Siempre había tenido afición pero nunca lo había intentado Ojeando los libros de arte que yo había traído de París, sobre los impresionistas franceses y otros de Picasso.
Se apuntó en una academia de Kírkenes en donde impartían clases. El profesor era un hombre mayor que había vivido mucho tiempo en Paris y otras ciudades de Europa. Tenía una gran experiencia y estaba muy solicitado. Nerka tuvo que esperar casi dos meses para obtener plaza en la academia. El viejo profesor, Aasa hizo dos grupos con sus alumnos. Tenía un gran don para motivarlos. Muchas veces pintaban al aire libre a las afueras de la ciudad. Nerka empezó en el grupo inicial pero enseguida pasó al segundo grupo. Se empezaba dibujando para adiestrar la mano. Se copiaba del natural bustos de figuras griegas, romanas, egipcias. Se dibujaba a la Venus de Milo, a la Victoria de Samotracia, a la figura del César a Nefertiti  etc. A veces nos dibujamos unos a otros. Nos lo pasamos en grande. Nerka cuando acabo su primer dibujo, Nefertiti, llegó a casa muy contenta.  Lo mostró Sara y a Joe y les gustó mucho.
Sara lo mandó enmarcar sin que su nuera lo supiera .Cuando lo recogió enmarcado se lo entregó a Joe para que lo ubicase en un lugar preferente de la frutería  y de esa forma Nerka llevaría  una grata sorpresa al verlo.
Efectivamente, Nerka cuando observó  que su primera obra estaba enmarcada y expuesta al público, sintió un gran placer. Nerka siguió en la academia e hizo otras técnicas: acuarela, acrílico y por último óleo. Llevó las primeras acuarelas a casa y eran pinturas muy logradas, las hacía un tanto desenfadadas, muy aguadas y con los colores precisos.
Eran acuarelas suaves, muy sutiles .A veces las hacía con un solo tono de color, o con varios tonos del mismo.

Otras veces empleaba una gran gama de colores pero perfectamente combinados que hacían de ellas algo especial. Los temas eran diversos; bodegones, flores, monumentos y al final también  realizó algunos  retratos. El viejo profesor  cuando iban a acabar las clases en el mes de Junio propuso a los alumnos hacer un viaje para visitar  un museo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario