16 Guiso de Reno
Joe compró un kilo de carne de Reno, que por cierto es carísima, es
fuerte, pero tiene poca grasa. La cortó en trozos muy
pequeños y la sofrió en mantequilla salpimentando. Luego la dejó cocer con poco
agua hasta reducirla por completo. La acompañó con un puré de patatas, con
arándonos rojos y pepinillos agridulces.
También, nos deleitó con un postre fantástico el
Pan de queso, que se cocina con salsa de nata y canela y acompañado de camemoro
(mora ártica).
Tras la comida Nerka estuvo metiéndose con Joe. Le
dijo que ya estaba preparado para contraer matrimonio porque para él la cocina
no tenía secretos y eso era un capítulo importante. Se estuvieron riendo los
tres de las ocurrencias de Nerka que parecía que el vino había hecho un poco de las suyas.
También comentaron el terrible accidente que días
atrás había acontecido en Kírkenes la muerte del pequeño Howard, hijo de sus
amigos Violka y Veeti . En todas partes era el tema del día, pues el suceso
conmocionó a la ciudad.
Estaban en la sobremesa y de repente un aguacero
se hizo presente. Las gruesas nubes negras comenzaron a descargar agua de forma
intensa. El agua penetró a través de las rendijas de la puerta del patio y
llegó hasta la cocina.
El sumidor
que recogía las aguas del patio estaba
atascado y eso hizo que el agua se embalsara en el mismo y comenzara a penetrar
hacia el interior. Joe salió y trató de desatascarlo pero se resistía .Al final
lo logró y el agua empezó a descender del nivel acumulado.
Estuvo casi tres horas lloviendo ininterrumpidamente.
Tras amainar paulatinamente, cada vez la lluvia era menos fuerte, hasta que cesó definitivamente. Joe tras
hacer un reparto de unos pedidos de fruta volvió a casa diciendo que eran
muchos los destrozos que el temporal
había producido en Kírkenes: Un trozo del tejado de la escuela, un poste de
teléfonos derrumbado, varios bajos inundados y algunas calles intransitables, a
causa del lodo y el agua. Sara tenía previsto salir aquella tarde. Tenía cita
con la esteticien, pero llamaría y cambiaría la cita. No le apetecía ausentarse de casa. Prefería quedarse leyendo
y escribir un par de cartas que tenía pendientes.
Cuando se retiraba a su habitación para escribir alguna carta no
podía evitar acordarse de Ramón.
Ramón, aquel español que conoció en París durante
la manifestación contra Franco, en plenos Campos Elíseos, aquel hombre lleno de
fuerza y vitalidad, aquel hombre lleno de entusiasmo, aquel hombre, no podía
quitárselo de la cabeza. Era el único hombre que había despertado algo en Sara
después de la muerte de difunto marido. Cuando pensaba que en casa sonaba el
teléfono siempre tenía la esperanza de que fuese él, pero eso no sucedía.
Habían pasado algunos meses desde el día que estuvimos juntos tan solo unas
horas en aquella manifestación y a mí me parecían una eternidad. Por otra parte
pensaba, pero porqué me va a llamar a mí una señora lapona mayor que él por el
mero hecho de habernos caído más o menos simpáticos. “Sin embargo la atracción
fue recíproca, eso lo sabemos las mujeres cuando ocurre.”.-Sara
Lo mejor sería olvidarlo de una vez para siempre
me decía una y otra vez. Pero eso no solo no ocurría sino que cada vez lo
recordaba con más fuerza .A veces dejando rienda suelta a la fantasía solía estar con él. Soñaba despierta, soñaba que daban largos
paseos por una hermosa ribera junto a un rio de aguas cristalinas. Los cedros, castaños y abedules les protegían y los
camuflaban en sus deseos ardientes de poseerse.
Sara-“Nos bañábamos desnudos en el río en esas aguas gélidas y cristalinas,
sin embargo, nuestros fuertes deseos, mitigaban la sensación de frío. Al salir
del río, nos tumbamos en la hierba y como dos jóvenes enamorados hacíamos el
amor convulsivamente.”
No obstante todo era pura fantasía, que merodeaba
en su mente con cierta frecuencia.
Cuando estaba optimista pensaba que sus sueños se
harían realidad algún día, que el teléfono sonaría y sería él que querría verme,
para estar conmigo.
Pero otras veces pensaba que todo aquel encuentro
había sido un espejismo, que Ramón no se acordaría de mí, que fue solo un
encuentro fugaz. Fuese como fuese
siempre guardaba un hálito de esperanza. Es curioso, añoraba más a
Ramón, sin apenas conocerle, que al difunto de su marido.
Sara.-Cuando una persona que has querido
durante muchos años, como yo quise a
Milko, mi marido, y resuelve acabar como lo hizo te deja un amargo sabor de
boca tan grande que es capaz de borrar todo el tiempo de felicidad que has
compartido con él, porque te sientes traicionada, te hace sentirte culpable en
cierto modo.
Sara-Hoy día soy más feliz con la imagen de Ramón
que con la de Milko, pues me bastaron apenas tres horas de caminar juntos en
aquella manifestación de intercambiar gestos, miradas, sonrisas deseos, para no
olvidarlo jamás. Cada día pienso que si me telefoneara y fuese él no dudaría de
correr a su lado. Necesito estrecharlo junto a mí, acariciar su pelo negro
ensortijado, tocar sus mejillas, besar sus labios carnosos y mirar sus ojos
verdes incansablemente. Sé que estaba casado, aunque él no me lo dijera Tampoco
se lo pregunté. Pero el anillo en su mano derecha le delataba. Solo recuerdo la
fuerza de sus manos que sentí cuando caminábamos. Ramón era un hombre joven,
pero fuerte, lo que más me gustaba de él
era, su afabilidad, su sonrisa, su tierna mirada, parecía que nos conocíamos de
toda la vida. Intercambiábamos vocablos,
y frases cortas en un francés un tanto peculiar. Cuando tienes añoranza por un
ser que deseas y te ves impotente porque no estás a su lado y lo peor que no
sabes si estarás algún día, solo te queda la imaginación, tu propia fantasía y
eso es lo que yo utilizo cada vez que pienso en él.
En cada momento lo sitúo en un contexto diferente.
Unas veces pienso que Ramón es un hombre muy ocupado, con una familia, mujer e
hijos por los que luchar y que sacar
adelante. Otras veces pienso que Ramón empatizó
conmigo durante unas horas en una
situación determinada, pero que aquello no significó nada para él. Por eso no
me llama y nunca lo hará. Aún quiero admitir otra posibilidad, quiero aferrarme
a ella si es la de que Ramón piensa en
mí, que no me ha olvidado, pero las circunstancias adversas le impiden ponerse
en contacto conmigo.
Un
ruido ensordecedor inundó la estancia provocado por una intensa lluvia
acompañada de una fuerte tormenta y de un intenso viento silbante. A través de
la ventana del salón se veían los árboles retorcerse y balancearse, al tiempo
que sus ramas danzaban al ritmo del sonido del viento que no cesaba ni un
segundo. Transcurría la noche y el viento furioso y la lluvia que cada vez
arreciaba más continuaban sin cesar. La
lluvia en Kírkenes era muy frecuente a finales de invierno. La calle quedó
desierta de transeúntes y el agua se
deslizaba hacia las alcantarillas que no daban abasto formando tremendos
charcos. Empleados municipales hacían su aparición provistos de gruesos
impermeables amarillos y provistos de
útiles de hierro, en forma de ganzúas trataban de desatascarlas ya que
habían quedado atascadas por las hojas de los árboles y el lodo que la lluvia
dejaba a su paso.
Algunos niños salían a la calle para chapotear el
agua de los innumerables charcos que se habían producido en las calles.
También, un poco más tarde, a últimas horas de la
noche y cuando las farolas se
iluminaban, se podían detectar aquellas, que la tormenta había estropeado y se
habían quedado sin luz, entonces era cuando hacían acto de presencia los
electricistas con sus escaleras y sus maletines e iban reponiendo o arreglando
averías hasta que toda la iluminación quedaba restablecida. Al día siguiente
los jardineros se ocupaban de cortar aquellas ramas rotas que amenazaban
peligro a los viandantes. Las tormentas eran tan fuertes en esta época del año que para que el pueblo
volviera a la normalidad era necesario intervenir durante varios días ya que la
retirada de ramas y la limpieza de las calles requerían su
tiempo. Joe iba a cumplir veintiséis años y tenía edad para buscar a una mujer
que le gustase y vivir con ella.
Él, no era partidario del matrimonio, ya lo había
referido en varias ocasiones. Joe decía que no pasaba por los ritos y las
ceremonias absurdas impuestas.
Consideraba que la unión con la mujer que le
agradase basada en el respeto y en el amor era más que suficiente para iniciar
una vida en común. Para Sara, su madre, lo más importante es que tuviese una
mujer a su lado que lo quisiera, bueno, que se quisieran y dejar ya de una vez
a los amigotes con sus juergas y sus salidas poco recomendables. Si no quería
casarse lo asumiría, pues era su vida.
Unas veces venía alegre, otras ebrio y yo permanecía en vilo hasta que no
regresaba, siempre pensando en lo peor. La semana pasada llegó a las cinco de
la mañana borracho como una cuba. Al oírlo entrar Sara se levantó, pues no
estaba dormida, no podía dormir mientras no llegaba a casa.
Sara-Joe “ ¿Tú crees que son horas de volver a
casa?”
¡Y otra vez borracho!
Joe-¡Déjame tranquilo. Y vete a la cama mamá. Ya
no soy un niño! Y cerrando la puerta bruscamente se metió en su dormitorio. Joe, había sido un
hijo ejemplar, pero hacía un par de años que había cambiado rotundamente. Los
nuevos amigos estaban influyendo decisivamente en su nuevo comportamiento. Se
había vuelto más terco y la convivencia resultaba insoportable.
A veces pensaba que no conocía a su propio hijo. La
tenía bastante preocupada y toda su obsesión, era que encontrara a una buena
chica e iniciara una relación de pareja, si es que no quería pasar por el
matrimonio.
Pasaron las semanas, los meses y todo seguía
igual. Joe no daba su brazo a torcer, cada día estaba más terco y la
convivencia resultaba insoportable.
Nerka por otra parte se había buscado un hobby,
la pintura. Siempre había tenido afición pero nunca lo había intentado Ojeando
los libros de arte que yo había traído de París, sobre los impresionistas
franceses y otros de Picasso.
Se apuntó en una academia de Kírkenes en donde
impartían clases. El profesor era un hombre mayor que había vivido mucho tiempo
en Paris y otras ciudades de Europa. Tenía una gran experiencia y estaba muy
solicitado. Nerka tuvo que esperar casi dos meses para obtener plaza en la
academia. El viejo profesor, Aasa hizo dos grupos con sus alumnos. Tenía un
gran don para motivarlos. Muchas veces pintaban al aire libre a las afueras de la
ciudad. Nerka empezó en el grupo inicial pero enseguida pasó al segundo grupo. Se
empezaba dibujando para adiestrar la mano. Se copiaba del natural bustos de
figuras griegas, romanas, egipcias. Se dibujaba a la Venus de Milo, a la
Victoria de Samotracia, a la figura del César a Nefertiti etc. A veces nos dibujamos unos a otros. Nos
lo pasamos en grande. Nerka cuando acabo su primer dibujo, Nefertiti, llegó a
casa muy contenta. Lo mostró Sara y a
Joe y les gustó mucho.
Sara lo mandó enmarcar sin que su nuera lo
supiera .Cuando lo recogió enmarcado se lo entregó a Joe para que lo ubicase en
un lugar preferente de la frutería y de
esa forma Nerka llevaría una grata
sorpresa al verlo.
Efectivamente, Nerka cuando observó que su primera obra estaba enmarcada y
expuesta al público, sintió un gran placer. Nerka siguió en la academia e hizo
otras técnicas: acuarela, acrílico y por último óleo. Llevó las primeras
acuarelas a casa y eran pinturas muy logradas, las hacía un tanto desenfadadas,
muy aguadas y con los colores precisos.
Eran acuarelas suaves, muy sutiles .A veces las
hacía con un solo tono de color, o con varios tonos del mismo.
Otras veces empleaba una gran gama de colores
pero perfectamente combinados que hacían de ellas algo especial. Los temas eran
diversos; bodegones, flores, monumentos y al final también realizó algunos retratos. El viejo profesor cuando iban a acabar las clases en el mes de
Junio propuso a los alumnos hacer un viaje para visitar un museo.
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