10 Visita al Museo del Louvre
Sara-Tras levantarme, bajé a desayunar con la
intención de invitar a Jacqueline a que me acompañara al museo .Así pasaríamos
tiempo juntas, y aprovecharíamos para conocernos, pero no estaba.
Pregunté a una de las señoras que sirven en el comedor y me dijo que esta mañana no la
había visto, que a veces no solía bajar a desayunar. Pensé pasar por su
habitación, pero era ya muy tarde y desistí de verla.
Cogí el
metro y me dirigí al Louvre. Cuando descendí había una cola interminable de
gente. El museo acababa de abrir sus puertas. Estando en la cola una señora
agita las manos tratando de llamar mi
atención. En principio pensé que esa
señora se había equivocado de persona, pero resultó que la equivocada era yo.
Se trataba de Jacqueline.
Sin ponernos de acuerdo estábamos juntas. Ella
entró primero y unos minutos después entre yo. Le conté que bajé al comedor con
intención de ir a invitarla a venir
a visitar el museo. Estuvimos
riéndonos un buen rato de la anécdota. Visitamos las salas de escultura griega,
romana y egipcia. También Jacqueline se
interesó por la sala de arte musulmán. Además vimos la Gioconda así como la
Venus de Milo y la Victoria de Samotracia.
Cogimos una guía y nos dijo: que el museo se
abrió por primera vez al público en mil setecientos noventa y tres., con el
traspaso de colecciones privadas de las clases poderosas (monarquía,
aristocracia e iglesia).También nos
habló de que en un principio fue un
castillo, después pasó a ser un palacio real. Y que su origen se remonta al siglo XII. Este museo acumuló las
colecciones de Carlos V, de Francisco I y de Enrique II hicieron reformas, pero
fue Catalina de Médicis la que esbozó el proyecto actual. Estuvo unido al
palacio de las Tullerias en mil ochocientos setenta. Salimos del museo y ella
me confesó que había estado en varias ocasiones, que le encantaba y que cada
vez visitaba un par de salas ya predeterminadas. Había sido profesora de Historia del Arte en la Sorbona.
Le pregunté que si había estudiado el castellano, pues lo dominaba muy bien. Me
contestó que sus padres la enviaron a Madrid durante varios veranos en su época
de estudiante a casa de unos tíos
maternos. Convivió con sus primos, de su misma edad y no solo practicó el
castellano, sino que tuvo oportunidad de conocer algunas ciudades cercanas a
Madrid. Recuerda las ciudades de Toledo
y Salamanca con gran nostalgia.
Paseamos un rato por los aledaños del museo y me
confesó que estaba separada desde hacía casi tres años de Albert y que tenían dos hijos Philippe y Nicole.
Philipe estaba casado y era padre de una niña
Adéle. Nicole, vivía en pareja desde hacía dos años con Gérad.
Philipe vivía en la Bretaña, en un pueblecito
costero llamado Camaret –Sur.mer, a cien kilómetros de Brest al noroeste de
Francia. Por tanto si quería ver a su nieta, la pequeña Adéle
tenía que viajar hasta Camaret-Sur.Mer. En cambio Nicole venía más a
casa o la telefoneaba para verse y pasar el día juntas.
Jacqueline- “Nos vamos de tiendas, comemos juntas
y terminamos la tarde en algún cine o simplemente deambulando por el barrio latino a veces, o
por la plaza de los pintores, y otras
sentadas en la terraza de cualquier cafetería en los Campos Eliseos. Con
Nicole siempre me he entendido bien,
hizo Bellas Artes y ahora trabajaba dando clases de pintura en un
colegio privado. Gérad, su pareja era
pintor, también él había hecho Bellas Artes, pero se había dedicado a la
escultura.
Estaba en
un estudio con dos compañeros más: André y
Brigitte, cerca de Monmartre. Esculpían y tenían bastante éxito, pues
daban salida con cierta facilidad a sus obras. Una vez acompañé a Nicole al
estudio. Era el bajo de un antiguo edificio. Caballetes, yesos, molduras,
mármoles, escayolas, pinceles, aceites, espátulas y decenas de objetos y
enseres se disputaban el espacio artístico del estudio.
Aquella
tarde un chico posaba desnudo para uno de los compañeros de Gérad. Apenas
contaba veinte años. Solían ir varios estudiantes, chicos y chicas que posaban
durante unas horas y se ganaban algunos
francos.
El estudio
estaba perfectamente climatizado con
tres grandes radiadores de manera que los modelos no pasaban frío a pesar de
tener que estar durante varias horas posando sin vestimenta alguna.”
Sara –Qué
interesante esculpir el cuerpo o el rostro de otra persona. Estoy acordándome
del Moisés y sobre todo del David de
Miguel Ángel
!Que belleza tienen las esculturas de Miguel
Angel!
-Jacqueline:
Aquí en Francia también han surgido un gran número
de escultores. Por citarte algunos Rodín, que me has dicho que ya visitaste su
museo, también destacaron como escultores Degas, Braque, Henri-Matisse, Camille
Claudel Jean Batiste Pigalle ……y un buen
número interminable.
Sara.-“Que
acervo cultural posees Jacqueline. He tenido una gran suerte de
conocerte, pues el mero hecho de estar contigo estás ilustrándome en tu cultura
y esto me hace sentirme muy afortunada,” Jacqueline.- “No creas quizá la más
afortunada he sido yo, pues eres una persona extraordinaria, una persona que
emana bondad. Al mismo tiempo eres sencilla, discreta y muy educada. Presiento
que vamos a ser buenas amigas”-le respondió Jacqueline. Gracias por tus
cumplidos, pero no es para tanto. Jacqueline. -Cést midi. Il faut aller manger,
síl te plait. D´accord. Allons y nous.-contestó Sara. Ambas de dirigieron a
una brasserie que conocían habitualmente en el distrito XIV.
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